domingo, 30 de agosto de 2009

El Mito de Sísifo


Albert Camus -en su ensayo "El mito de Sísifo"- escribe: "Los dioses habían condenado a Sísifo a perder la vista y a empujar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña. Al llegar a la cima, la piedra volvía a caer por su propio peso. Lógicamente no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza."
El título del ensayo proviene de un conocido personaje de la mitología griega y Camus lo utiliza como una metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre moderno. Ese ser que consume su vida en fábricas, empresas y oficinas deshumanizadas. Ese ser que está condenado a hacer algo para "otro".
A pesar de la dureza de esta idea, el escritor francés afirma que Sísifo experimenta la libertad durante un breve instante. Ese instante se encuentra cuando ha terminado de empujar la roca y cuando aún no ha comenzado el descenso para buscarla nuevamente.
Desde hace siglos el hombre busca “salvarse”. Dejar de empujar la roca. Error.
El secreto es dejar empujar la roca ajena. Esa roca impuesta por el sistema y la sociedad, por nuestros jefes y nuestras deudas, por nuestros padres y nuestras parejas. Por todas las personas que no quieren que seamos felices, porque ellos tampoco pueden serlo.
Sé me dirá que es muy fácil subir frasecitas a un blog mientras el gas y el agua se pagan con dinero.
Absolutamente cierto.
Pero también es cierto que aquellos que sólo se preocupan por pagar el gas no deberían leer este blog.
La roca sube más rápido cuando se sueltan pesos innecesarios.
Empecemos a soltar los que no nos corresponden.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Amor por Cable

Enciendo la tele para almorzar y me encuentro con un canal que publicita avisos clasificados de todo tipo. Entre ellos aparece el siguiente:
"Sra. Estela. Destrabo conflictos de pareja, realizo endulzamientos y nudos de por vida, caerá rendido a tus pies para siempre. No fallo jamás."
Siempre hay una oferta para satisfacer una demanda.
Siempre hay un "vivo" para satisfacer a un "estúpido".

lunes, 24 de agosto de 2009

Vivir solo

El fin de semana leí que el 49% de los argentinos vive solo. En muchos casos por elección propia y en otros por el auge del divorcio y las separaciones. Lo cierto es que ese porcentaje me resulta muy significativo. Evidentemente, la estadística quiere hablarnos.
Está claro que en las últimas décadas ha existido un fuerte cambio cultural que ha determinado nuevas conductas basadas en la búsqueda y consecución del propio deseo.
Hasta aquí podríamos coincidir en que buscar la satisfacción personal es algo lógico y natural; pero cuando uno habla con los que "viven solos", muy pocos logran definir con claridad cual es su anhelo, su búsqueda, su objetivo. Esa dificultad en la definición se debe a que no ha sucedido el único y verdadero encuentro: el encuentro con uno mismo.
Y el encuentro con uno mismo sólo sucede cuando acudo a la hora y el lugar señalado conmigo mismo. Si me cito y fallo, nunca podré encontrarme.
Además, ¿Cómo saber cuál es mi deseo si no sé quien soy? O por lo menos saber quien no soy. ¿Cómo encontrarme con alguien si no pude encontrarme?
Vivir solo es una gran oportunidad para disfrutar de la libertad, los propios tiempos, la independencia y el desarrollo de algunas habilidades culinarias. Pero por sobre todas las cosas nos da la gran oportunidad de saber quienes somos, porque el silencio acecha y está allí para ser escuchado.
Sin embargo, no estamos educados en el arte de escuchar el silencio. Nos pone nerviosos. Necesitamos la televisión a todo volumen, o la música estridente, o amigos que llenen los espacios. Y está bien, pero ¿siempre?
Tapamos el silencio con ruido, y ya sabemos que el ruido no permite oir claramente lo que nuestra conciencia quiere decirnos, por ejemplo: que no nos gusta nuestro trabajo, que queremos aprender un deporte o un instrumento, que queremos escribir un libro, que queremos tener un hijo, que queremos inivtar a salir a tal o cual persona, que no queremos sufrir pero queremos invoolucrarnos de nuevo, etc.
Nuestra conciencia está allí para hablarnos y nosotros la amordazamos.
No vaya a ser que nos diga algo que ya sabemos.
No vaya a ser que nos obligue a tomar decisiones.
No vaya a ser que empecemos a ser felices.

domingo, 23 de agosto de 2009

Tango

Semana del Tango, espectáculos agotados y un Buenos Aires que respira al ritmo del dos por cuatro.
Sin embargo, los argentinos tenemos esa equivocada tendencia a inculparlo de ser una música nostálgica, melancólica, triste y lúgubre.
Algunos extremistas argumentan que "habría que ser como los brasileros", porque siempre bailan y están contentos debido a su música de samba.
Lo que nadie percibe es que somos tango, y no samba.
El argentino es un ser que se lamenta (siempre), un ser nostálgico, melancólico, triste y lúgubre.
El argentino "nunca está bien". Siempre "lo cagan" y "la culpa es del otro".
El argentino es una persona que pone su luz en el pasado y la sombra en el futuro.
Es alguien que vive recordando la felicidad de tiempos remotos.
El argentino no puede bailar, ni cantar, ni mucho menos sambar.
¿Por qué?
Porque es argentino.
Chan Chan!

viernes, 7 de agosto de 2009

El libro del no amor

Comparto con ustedes cinco extractos maravillosos. El autor es el Dr. Hugo Finkelstein quien volcó estos pensamientos en "El libro del NO amor".
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1. ¿Por qué será que se hace tanto ruido con el casamiento? Fiesta de compromiso. Sastres, modistas y peinadoras. Despedidas, juntos y separados. Registro civil. Besos y abrazos. Ritual religioso, coro de niños, música de órgano. Fiesta de bodas, caravanas de autos, risas y luna de miel. Tantos actos maníacos, ¿serán para tapar la tristeza?
En cambio en el divorcio no hay nadie, ni un amigo, ni alguien que desee suerte. Tanta solemnidad y silencio, ¿será para que no vaya a notarse la alegría? Es de muy mal gusto cualquier emoción durante el acto: ni risa, ni llantos. Imperturbable serenidad es lo que se exige de dos seres que llegan tan destruidos moralmente.
El divorcio es hacer pública la intimidad de un fracaso.
El matrimonio es hacer pública la intimidad de una pasión.
Si el segundo no fuese una farsa, el primero no sería una tragedia.
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2. La mujer espera que el hombre se comporte como un hombre pero para ello, la mujer debe comportarse como una mujer. Si la mujer tiene actitudes de hombre, no debería asombrarse de ser tratada como tal.
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3. Nada más triste que una pareja que se mantiene ”gracias” a la psicoterapia.
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4. Después de 23 horas 50 minutos de incomprensión, maltrato o indiferencia, hay hombres que tienen el descaro de irritarse si la mujer no permite ser penetrada.
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5. La persona amada es siempre un poco más importante que uno. Dar, siempre dar y cuando uno siente que lo que necesita es recibir, dar más. Esperar, siempre se puede esperar un poco más y de espera, volver a esperar. Alimentarlo en sus necesidades nutritivas, estéticas y mágicas. Aceptar que en el amor se pierde la libertad. Se depende afectivamente. Se necesita del otro que satisface esa necesidad sin presionarlo. No dan ganas de ir a ningún lugar donde el otro no puede entrar, porque el mejor lugar es a su lado. Fiel y leal sin dudar porque esa es la condición básica de todo vínculo. Sobre la mentira no se puede edificar nada consistente. Siempre con la verdad desde el principio. Desde el mismo momento en que el otro por vez primera se refleja en nuestras pupilas. Saber que el sexo se goza y mejora cuanto más se repite con la misma persona. Más que cumplir lo que se promete, prometer solo aquello que se cumple.