domingo, 4 de diciembre de 2011

Una calle me separa

Presenciar una separación de pareja en vivo y a plena luz del día, es una situación que pocas personas pueden experimentar.
Hoy fui testigo exclusivo de dicho acontecimiento y debo confesar que el hecho me disparó dos sensaciones: por un lado la lógica curiosidad que nos despierta el escándalo público y por otro lado el recuerdo de las propias relaciones que no terminaron bien, aunque hayan sido más discretas y menos violentas.
Volviendo a lo acontecido: la dama tendría unos 30 años, bien parecida y muy bien vestida para ser un domingo. El caballero la seguía con ritmo cansino, la cabeza erguida y casi sin acusar recibo de lo que comenzaba a originarse.
Ella comenzó a subir el tono de voz y los transeúntes reconocimos que el show había comenzado. No llegue a comprender muy bien que era lo que le decía, pero el lenguaje corporal y el registro vocal sostenido delataban sus intenciones de queja y enojo. 
El joven trataba de contenerla con cierta displiscencia y diciéndole que "no hiciera show".
Estas palabras provocaron la ira descontrolada de la señorita, quien perdiendo todos sus cabales, comenzó a caminar más rápido y a pegar unos alaridos bastante desprolijos.

Si bien me encontraba a unos metros de la batalla, en ningún momento pude advertir el motivo central que promovió la disputa. Lógicamente pensé en dos opciones:
1) La del novio infiel que intenta la gesta heroica (y pelotuda) de contárselo para hacerse el honesto; o 2) Le dijo que no la amaba más, que no quería casarse y que necesitaba "un tiempo".

Más allá del motivo, esa mujer estaba absolutamente desquiciada. Nunca en mi vida vi una dama tan fuera de eje en público y pensé:
¿Es necesario hacer todo este show y gritar el descontento?
¿De dónde proviene esa ira incontrolable que a algunas personas les quita el principio de realidad?
¿Se trata de gente muy pasional e instintiva que no puede controlar sus emociones?

Claro, uno puede entender la necesidad del desahogo ante un comportamiento estúpido del otro o de querer insultarlo desde las entrañas, pero presiento que en esos comportamientos tan enajenados e histéricos está la paradoja.

La persona que no puede asimilar los golpes de la vida sin tener que gritárselo a toda la cuadra, no sólo padece de inmadurez emocional sino también de un idealismo bastante utópico para los tiempos que vivimos.

La discusión finalizó en una escena extraordinaria cuando él se acerco a decirle algo al oído y ella gritó con todas sus fuerzas y procurando que todos escuchemos: "Noooooooooooooooooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!"

¿Qué le habrá dicho para generar semejante negativa?
Lo cierto es que a todos nos quedó claro que NO. Cuando es NO, es NO.
NO había chances, NO había proyecto y definitivamente NO eran el uno para el otro.

Al llegar a la esquina todavía intentaban mostrarse como una pareja en crisis que pugnaba por conseguir el milagro de la perdurabilidad.
Aunque sea juntitos unos minutitos más.
Pero ella cruzó la calle, se subió a un taxi y desapareció.

El quedó detenido en la esquina, con la mirada clavada en un semáforo inexistente y con la sensación de no haber dicho las palabras justas para retenerla a su lado.
Luego miró el cordón de la vereda y pensó: "La pareja disfuncional es como una maratón de 42 kilómetros. Cuando llegas al límite de tu esfuerzo, no escuchás los gritos ni te importan las escenas ridículas.  Ni siquiera te quedan fuerzas para correr un taxi que lleva a alguien que decías amar pero que jamás conociste."

sábado, 19 de noviembre de 2011

Cárcel

Si dañas la cárcel, dañas al cautivo.
Si sacas al prisionero, también traes al guardia consigo.
Si tocas al secuestrador, pones en peligro la víctima.

Cada ser humano vive en una prisión.
La prisión es él mismo; y él es también su propio guardián.

Ya que el carcelero es el propio prisionero y la prisión, no resulta sorprendente que haya tan pocas fugas, y que los rescates resulten tan raros.

Idries Shah

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Disciplina Sajona

Otra anécdota del squash está vinculada a la puntualidad. El día que comencé a entrenar con Neil Harvey en Inglaterra tuve que aprender algunas reglas básicas de convivencia y profesionalismo. La que más recuerdo está vinculada con el respeto al horario, y por ende, el respeto al otro.

Los entrenamientos comenzaban a las 10.30 de la mañana, lo cual implicaba llegar a las 10.00 para realizar la entrada en calor y los ejercicios de elongación. Harvey me había dejado claro que en caso de llegar tarde habría que pagar con una multa física, la cual consistía en hacer 10 largos en la cancha por cada minuto tarde.
Fue así que al segundo día de entrenamiento, uno de los jugadores extranjeros -recuerdo que era malayo- llegó al club a las 10.44. Ni bien ingresó al área de las canchas ya sabía que estaba condenado a realizar 140 largos sin parar y delante de sus compañeros de entrenamiento.
Neil simplemente lo miró con una expresión que sintetizaba la lástima y la risa, denotando que el rigor inglés no era una teoría. El malayo comenzó a correr mientras Harvey le decía desde afuera: "Come on buddy, push harder" ("Vamos amiguito, más fuerte"). Mientras tanto, observábamos la cara de sufrimiento del oriental y como sus dos piernas iban tomando la rigidez de las Torres Petronas.
La situación reflejaba una mezcla de rigor, humillación, respeto y orgullo. Es difícil explicar lo que se siente realizar 140 largos sin parar, pues es una mezcla de tortura, dolor, ganas de vomitar, mareo, hinchazón y petrificación muscular, agotamiento psíquico y desborde emocional.
"...138, 139, 140!" gritó Neil y el malayo se desplomó en el piso, colocando inmediatamente sus piernas hacia arriba para que la sangre comenzara a fluir por su cuerpo. Luego dió comienzo al entrenamiento con la siguiente frase: "Muchachos, si quieren ser profesionales exitosos empiecen por llegar en hora. Aquí no venimos a divertirnos."

Esa situación me marcó no sólo por la cuestión explícita de respetar el horario y a los demás; sino porque refleja una de las grandes diferencias que existen entre los sajones y los latinos en la práctica de este deporte y de otras disciplinas: la conducta. Mientras nosotros creemos en el talento y el milagro, ellos se aferran a la conducta y al rigor.

¿Cuál es la fórmula correcta?
Probablemente un mix de ambas, pero hace siglos que -misteriosamente- los rankings están de su lado. 

lunes, 26 de septiembre de 2011

Estadísticas

Si en el mundo hubiera solamente 100 personas:

1) 48 serían hombres y 52 mujeres, pero las mujeres están cada vez más cerca de convertirse en hombres. 
2) 70 serían adultos y 30 niños, pero los niños se comportan como adultos y los adultos se dejan dominar por completo por esa minoría.
3) 10 serían homosexuales y 90 heterosexuales, pero el lobby tiene buena prensa y en cualquier momento diremos que es normal la aparición de la "monja travesti".
4) 86 sabrían leer y 14 no sabrían, pero qué leen los que saben y que cargos ocupan los que no saben.
5) 61 serían asiáticos, 13 serían americanos, 13 serían africanos, 12 serían europeos y 1 sería oceánico; lo que demuestra que las batallas no se ganan por la cantidad de soldados. 
6) 1 tendría estudios universitarios y 99 no los tendrían, pero los emprendimientos y empresas más exitosas del mundo fueron creadas por gente sin estudios.
7) 50 comerían todos los días, 30 siempre tendrían suficiente comida, 20 sufrirían desnutrición, 15 tendrían sobrepeso y 1 moriría de hambre; pero el mundo no será justo hasta que salvemos a ese que se muere.
8) 70 serían de color y 30 serían blancos, pero fueron los blancos los que escribieron la historia.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Sueño en Edimburgo

"Antes del alba soñé un sueño que me dejó abrumado y que trataré de ordenar.
Tus mayores te engendran. En la otra frontera de los desiertos hay unas aulas polvorientas o, si se quiere, unos depósitos polvorientos y en esas aulas o depósitos hay filas paralelas de pizarrones cuya longitud se mide por leguas o por leguas de leguas y en los que alguien ha trazado con tiza letras y números. Se ignora cuántos pizarrones hay en conjunto pero se entiende que son muchos y que algunos están abarrotados y otros casi vacíos. Las puertas de los muros son corredizas, a la manera del Japón, y están hechas de un metal oxidado. El edificio es circular, pero es tan enorme que desde afuera no se advierte la curvatura y lo que se ve es una recta. Los apretados pizarrones son más altos que un hombre y alcanzan hasta el cielo raso de yeso, que es blanquecino o gris. En el costado izquierdo del pizarrón hay primero palabras y después números. Las palabras se ordenan verticalmente, como en un diccionario. La primera es Aar, el nombre de un río. La siguen los guarismos arábigos, cuya cifra es indefinida pero seguramente no infinita. Indican el número preciso de veces que verás aquel río, el número preciso de veces que lo descubrirás en el mapa, el número preciso de veces que soñarás con él. La última palabra es Zwingli y queda muy lejos. En otro desmedido pizarrón está inscrita neverness y al lado de esa extraña palabra hay ahora una cifra. Todo el decurso de tu vida está en esos signos. No hay un segundo que no esté royendo una serie. Agotarás la cifra que corresponde al sabor del jengibre y seguirás viviendo. Agotarás la cifra que corresponde a la lisura del cristal y seguirás viviendo unos días. Agotarás la cifra de los latidos que te han sido fijados y entonces habrás muerto."

"Sueño Soñado en Edimburgo"
(Los Conjurados - 1985) 
Jorge Luis Borges
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Solamente en Edimburgo puede soñarse un sueño tan perfecto.
Sólo Borges puede ponerlo en palabras de forma majestuosa.
Borges está en lo cierto; ya todo está escrito para nosotros.
Nunca imaginé estar en Edimburgo, pero aquella palabra estaba escrita en el pizarrón de mi vida. Luego de estar allí, nunca imaginé que volvería. Pero el número de veces que estaré en Edimburgo también ya fue escrito.
¿Cuántas veces más visitaré la ciudad más impactante del planeta?
¿Cuántas veces más volveré a leer este poema?
¿Cuántas veces más soñaré un sueño en Edimburgo?
Sólo el pizarrón de mi vida ostenta el dato, y esa incertidumbre, es la vida.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Lo que necesitas saber

Si como jefe le dices a un empleado nuevo: “Un día te convertirás en el jefe de este departamento”, alterarás la condición de su mente.

Es posible que pueda convertirse en jefe del departamento a su debido tiempo, pero una vez que se lo hayas dicho, su actitud puede volverse tal que le impida alcanzar su meta.

Tan pronto como a alguien se le dice algo, deja de ser el mismo que era antes de decírselo. Para ayudar al hombre a convertirse en jefe del departamento, puede que le tengas que decir algo completamente diferente.

“No puedo contestar a lo que quieres saber, tan sólo a lo que necesitas saber”.

Idries Shah (Aprendiendo a Saber)

viernes, 12 de agosto de 2011

¿Consistencia o Riesgo?

Allá por 1997 desembarqué en Chingford, un pueblito ubicado en las afueras de Londres, para comenzar a entrenar con el grupo de Neil Harvey (ex número 10 del mundo y entrenador de Peter Nicol, el escocés que destronó a Jansher Khan y ganó todo durante 6 años consecutivos).

Recuerdo que el primer día de entrenamiento Neil quiso ver como jugaba y cuál era mi estilo de juego. Para ello no tuvo mejor idea de ponerme en la cancha principal frente a Peter Nicol, el número uno del mundo en ese momento.

Es muy complejo tratar de poner en palabras la sensación que te embarga en un momento como ese. Es una mezcla de adrenalina, excitación, motivación, pánico y admiración. Un cóctel explosivo.

Empezamos a pelotear y nunca en mi vida había visto tan de cerca la perfección técnica y la solidez con que impactaba la pelota. Traté de focalizarme mínimamente en mi juego y en dar todo lo que tenía sin pasar papelones. Los primeros puntos sentía que no había manera de sacar a Nicol de la T, o sea, siempre estuve viendo su espalda y como voleaba absolutamente todos mis tiros. Esto me obligaba a ser más preciso y a moverme más rápido. Pero no había caso, estaba perdiendo un punto detrás del otro y ya sentía el agotamiento físico.

Fue entonces cuando decidí demostrarle al inglesito algunas fantasías y tiros de riesgo que en el squash te pueden permitir ganar puntos fáciles. Y dió resultado. Bajé de volea unas seis o siete pelotas al nick (unión entre la pared y el piso), lo cual hace que la pelota no de pique y salga rodando. Claro está que esos tiros tienen un margen de error o acierto muy fino, pero pude inflar el pecho y salir de la cancha con un 15-7 abajo. Siete puntos contra el número 1 del mundo, nada mal.

Neil Harvey se acerca y me dice: "Muy bien Diego, buena técnica y mucha rapidez de piernas. De todos modos quiero que este segundo game ganes puntos sin tomar riesgo. No quiero que apuntes más al nick para ganar puntos, quiero que los ganes trabajando duro".

Lógicamente, el score fue paupérrimo y quedó demostrado que si no tomaba riesgos el tanteador era una gran mentira.

Esa lección quedó grabada a fuego en mí y me marcó en todas las cosas que emprendí además del squash: "Para ganar arriesgando hay que aprender a ganar trabajando duro. No se llega a ser el mejor si nuestra estrategia depende del riesgo y la suerte de cada día. Así como el músico puede improvisar porque ha alcanzado la madurez y solidez de conocimientos técnicos, en el deporte y en la vida es igual. La consistencia es lo único que te permite no solamente llegar a la cima, sino mantenerte y tener la astucia de arriesgar sólo cuando es necesario."

sábado, 30 de julio de 2011

Obra de Arte

Para los hombres primitivos, la creación artística significaba un escape a la arbitrariedad de la vida. “Vivían al día”, en el exacto significado de la frase. En su vida no había estabilidad, ni sentido de duración.
Aún hoy, entre las razas en contacto con la civilización, es imposible hacer comprender a un aborigen el significado de una promesa. No razona más allá de lo inmediato, pero actúa instintivamente de acuerdo con el cambio de los sucesos.
Por consiguiente, cuando crea una obra de arte, como acto de propiciación mágica, escapa a la arbitrariedad predominante en su vida, y crea lo que es para él una expresión visible de lo absoluto.
Por un momento ha detenido el flujo de la existencia y ha elaborado un objeto sólido y estable; fuera del tiempo ha creado espacio, y ha definido este espacio con un contorno, y bajo el peso de su emoción ese contorno ha tomado forma expresiva; se ha convertido en un orden, una unidad, una fórmula equivalente a su emoción.
(El significado del Arte - Herbert Read)
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El progreso nos ha extirpado la capacidad de "vivir al día" y hemos perdido recursos emocionales y psicológicos para hacer frente a los imponderables de la vida.
La civilización nos ha debilitado con conceptos como la esperanza, la promesa, la proyección, el futuro, la predicción, la búsqueda de la estabilidad y la permanencia.
Todos ideales que permiten movilizar la conducta, pero que nublan profundamente la visión del "aquí y ahora".
Sin embargo, algo compartimos con ese hombre primitivo: la creación de un hecho que nos permita adueñarnos de esa arbitrariedad, al menos por un instante.
Y ese hecho es la obra de arte, la única posibilidad de escapar de la ilógica concatenación de sucesos que conforman nuestras vidas.

sábado, 23 de julio de 2011

No es el momento

Un hombre joven me vino a ver y me dijo: “He venido a verlo porque estoy interesado en aprender con usted”.
Le respondí: “Este no es el momento”.
El preguntó: “¿Está ocupado acaso?”.
Le respondí: “Este no es el momento”.
Preguntó él: “Entonces, ¿no tiene tiempo?”.
Le respondí: “No he dicho que no tuviese tiempo”.
Preguntó él: “¿Por qué no dice que está ocupado y lo dejamos así?”.

Esto muestra que estaba en una condición mental donde sólo podía aceptar que yo estaba ocupado, y no tenía tiempo para él. Su mente estaba programada para aceptar sólo su interpretación sobre lo que yo le decía.

Esto le dio una oportunidad de pensar: “Habría hablado conmigo, pero no tenía tiempo”.

(Idries Shah - "Aprender a saber")
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El oído escucha lo que no se dijo.
La mente interpreta lo que no se escuchó.
La conducta refleja lo que no corresponde.
Vivimos atados a nuestros esquemas mentales.
Buscamos confirmar nuestras ideas y pre-concepciones.
No escuchamos.
No estamos atentos.
La vida, mientras tanto, nos pasa por delante.

domingo, 3 de julio de 2011

94 años: una pinturita

Una vida dedicada al arte y sólo al placer del arte, sin la presión de convertirlo en una carrera llena de objetivos y de ansias de venta. Hasta los 83 años nunca expuso ni vendió una obra. Se trata de Ides Kihlen, quien a los 94 años arroja claridad sobre algunos temas.

-¿Cuál es el secreto para estar tan maravillosamente bien a los 94 años?
-Creo que la vida sencilla, tranquila. No conozco el estrés.

- Más allá de sus maestros, ¿se codeó con gente aficionada al arte?
-Nunca me interesó figurar, andar en ese círculo de gente. Me gusta trabajar sola, encerrarme y pintar.

-¿Su padre se adaptó a este país?
-Muchísimo. Aunque era un sueco muy sueco, le encantaba la Argentina. Gracias a él estudié arte.

-¿La alentó?
-A mi hermana y a mí nos dijo que teníamos que estudiar, que hiciéramos lo que quisiéramos, pero que estudiáramos. Mi hermana se decidió por Perito Mercantil. Yo entré en la Escuela de Arte Decorativo. ¡Que lujo que era esa escuela! Lo pasábamos muy bien. Allí hasta conocí a Walt Disney.

-¿A Walt Disney?, ¿qué hacía ahí?
-Vino al Sur para filmar algo con unos árboles [el Bosque de Arrayanes para el film Bambi]. Estuvo en la escuela. Yo tenía 17 años y él era muy buen mozo: ojos negros, un bigotito, alto, flaco, todo vestido de negro con una cintita suelta alrededor del cuello. Me acuerdo que nos saludamos. Me vio rubia y me habló en inglés.

-Claro, usted casi sueca.
-Sí, era muy rubia. ¡Y a mí me hubiera gustado tanto ser morocha! Me encantaban los morochos. Mi marido era morocho.

- ¿Murió?
-No, no, vive. No conmigo, pero vive, [ríe]. Estoy divorciada. Me divorcié a los 17 años de estar casada. Era aburridísimo.

-¿Su marido o el matrimonio?
-Todo.

-¿Y qué era lo que le molestaba de estar casada? ¿No podía pintar?
-No, tenía mucha autonomía porque él era muy liberal. Le encantaba bailar, las fiestas, la música. Al principio salíamos juntos, íbamos al Teatro Colón todos los domingos. Luego comenzó a salir solo y yo prefería quedarme pintando. Llegaba a cualquier hora y yo no decía nada. Estaba en la mía y él, en la de él.

-Perdón, pero si no vendía sus cuadros y vivía para pintar, ¿cómo se mantuvo luego de la separación?
-Ah, tenía plata. Mi pobre padre era rico. Era un gran hombre de negocios. Muy generoso y buenísimo.

-En cuanto a su obra, ¿siente que puede inscribirse en algún tipo de movimiento o escuela?
-Lo mío es amor por la pintura. Más por la pintura que por el piano, aunque estudiaba un mínimo de 7 horas por día de piano. Mis profesoras querían que diera conciertos pero eso no me gustaba.
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La nota me despertó varios interrogantes que suelen habitar este blog y que probablemente no tengan una sola respuesta:
¿Ides Kihlen pudo dedicarse al arte porque su padre era millonario o porque su padre la alentó a estudiar lo que quisiera?
¿Ides nunca sintió la necesidad de exponer sus cuadros por discreción o porque nunca necesitó tener que trabajar para cubrir sus necesidades?
¿Se divorció por aburrimiento o se casó por mandatos?
Me animo a plantear algunas conclusiones:
1. Descubrir la pasión que nos moviliza es más importante que el futuro asegurado.
2. La verdadera riqueza es tener padres que alienten las pasiones de sus hijos.
3. Los artistas deberían ser más discretos, para mi gusto abusan de vanidad.
4. Los no-artistas que se catalogan como artistas deberían ir a trabajar.
5. El casamiento es la consecución de un ritual ajeno que, en general, poco tiene que ver con los deseos reales de las personas.
6. El divorcio es la salida más lógica al aburrimiento atroz, pero para evitar la pérdida de tiempo y dinero, es mejor no casarse.



miércoles, 15 de junio de 2011

Vida de Perros

Desayuno en famosa esquina porteña del barrio de Recoleta, mientras observo por los amplios ventanales el encuentro de dos paseadores de perros.
Uno de ellos, acarreaba una decena de canes de diversas razas.
La otra (era paseadora), también sostenía con correas unos doce cuellos caninos.

Apenas cruzaron palabra, uno de los perros del muchacho comenzó a exaltarse y a ladrarle al otro grupo de mascotas. La paseadora separaba a los suyos, mientras un valiente pequinés le hacía frente al gran ovejero chuzeador.

El joven intentaba retener con fuerza al más provocador de sus perros, mientras la muchacha se regodeaba con la ferocidad de su criatura más pequeña. La charla continuó entre ladridos y forcejeos mutuos. Desconozco si llegaron a entenderse en algún momento.

En definitiva, así vamos por la vida: "tirándonos los perros" y conociendo casi a nadie. 

sábado, 30 de abril de 2011

El Guión de Vida

El Dr. Eric Berne (1910-1970), fue un reconocido médico psiquiatra y fundador de la escuela psicológica de Análisis Transaccional, la cual apunta al estudio de las interacciones humanas y su impacto en la estructura yoica. Según Berne todos tenemos un guión de vida que nuestros padres y madres han escrito de forma implicita para nosotros y a través de los mandatos familiares (generalmente no verbales). 

El guión de vida es una solución aparentemente razonable para la situación existencial en la que se encuentra el niño. Este guión es el resultado de un conjunto de decisiones prematuras y forzadas, ya que han sido tomadas bajo presión y antes de lo debido.

Los guiones -sin embargo- pueden ser modificados. Ese cambio de guión se realiza cuando el guionista decide ser uno mismo, reescribiéndolo a su modo y a partir de un progresivo proceso de toma de conciencia de cuáles son los elementos que condicionan y a la vez, de cuáles son los deseos legítimos según los que la persona quiere vivir su vida.

Algunos de los mandatos que heredamos son:
  • “No vivas”: Repetir constantemente que el niño solo causa problemas.
  • “No estés bien”: Puedes existir con tal de que estés enfermo o loco.
  • “No seas un niño”: Dar responsabilidades de adulto al niño.
  • “No crezcas”: El hijo debe ser siempre pequeño para sentirse bien.
  • “No pertenezcas”: Refleja el miedo de los padres a ser abandonados.
  • “No pienses”: Se expresa desvalorizando la inteligencia de forma directa o indirecta. 
  • "No!": El niño es forzado a creer que la vida es peligrosa.
  • “No estés cerca”: Desconfianza sobre los sentimientos, básicamente sobre el amor.
  • “No tengas éxito”: Padres que se sienten amenazados por sus hijos.

El típico guión que hemos aprendido es: "Nacer, estudiar, ir a la universidad, tener empleo estable, casarse, tener hijos, jubilarse y morir". Pero la vida, con sus caminos paralelos y variables no controlables, nos lleva a dos posibilidades:

a) Que nuestro guión de vida encaje a pesar de lo que nos debería "pasar".
b) Que nuestro guión de vida se reescriba en base a lo que queremos que nos "pase".

Para lograr esa re-escritura se debe reconocer cuál es nuestro guión de vida, los mandatos que lo sostienen y la forma de ir más allá de ellos (no contra ellos). 
El análisis de nuestros deseos y los deseos ajenos expresados en términos de "estar bien o estar mal" puede ser un buen punto de partida. 
Según este enfoque existen cuatro posiciones existenciales básicas:

• "Yo estoy bien, tú estás bien". Posición de Libertad
• "Yo estoy bien, tú estás mal". Posición de Superioridad
• "Yo estoy mal, tú estás bien". Posición de Inferioridad
• "Yo estoy mal, tú estás mal". Posición de Desesperanza

Se trata, pues, de encontrar el justo medio; el bien mutuo.
La libertad es demasiado preciada para subsumirla en la superioridad, la inferioridad o peor aún, en la desesperanza.

domingo, 24 de abril de 2011

La Ley

Durante mis años como deportista tuve la posibilidad de representar al país en diversas competencias internacionales. Esta suerte trajo aparejada otra de mayor trascendencia que los títulos logrados; me refiero a los viajes y el conocimiento de diversas culturas. 
Viajar a los lugares menos pensados ha sido un aprendizaje que ninguna educación formal pudo facilitarme. La lista es extensa: Kuala Lumpur, El Cairo, Winnippegg, Christchurch, Oklahoma, New Mexico, Londres, París, Madrid, Toronto, New York, Orlando, Miami, Montego Bay, San José de Costa Rica, Mexico DF, Edimburgo, Roma, Milán, Amsterdam, Berna, Ginebra, Bogotá, Cali, Medellín, Santiago de Chile, Río de Janeiro, San Pablo, Quito, Guayaquil, Lima, Montevideo, y un par de ciudades más en tránsito.
No se trata aquí de hacer un recuento, sino de recordar que diferenciaba a algunas ciudades de otras. 
El hecho de rodar por estos lugares durante más de 6 años, entre otras cosas, me permitió reconocer una diferencia vital entre los países desarrollados y los que aún intentamos jugar en las grandes ligas.
Esa diferencia no es ni el PBI, ni la educación, ni la salud, ni el transporte, ni el nivel cultural, ni "que hayan sufrido guerras", ni "que sean sajones", ni que "son el viejo continente y nos llevan años de democracia", ni el libre mercado, ni el socialismo, etc.
Nada de eso, en absoluto.
La diferencia no es económica, ni política, ni social, ni educativa, ni siquiera antropológica.
La diferencia entre esas sociedades y la nuestra, es el respeto por la ley. No son mejores que nosotros bajo ningún punto de vista, pero nos ganan por goleada cuando se trata de cumplir la ley.
De esos viajes he aprendido que las ideologías vienen después del estado de derecho, aunque en nuestros países subdesarrollados es a la inversa desde su gestación.
En los países árabes y en Latinoamérica es la ley la que se subsume a la ideología política de turno. La palabra ley -lamentablemente- adopta connotaciones ideológicas y aún se la reviste de fascismo. Los europeos, mientras tanto, nos miran absortos sin lograr comprender de donde proviene ese razonamiento.
Para ellos es más simple: es la ley, sin vueltas.
No nos gusta la ley cuando nos toca, pero la pedimos a gritos cuando nos avasallan.
Personalidad psicopática la argenta, ¿no?

La igualdad, de la que tanto se jactan nuestros gobernantes (casi todos) y que hace siglos no llega, tal vez esté más cerca el día que apliquemos la ley.
Pero aquí estamos ante una paradoja del lenguaje, diría Wittgenstein.
Aquellos que deberían hacer cumplir las leyes, serían los primeros en ser encarcelados.

sábado, 9 de abril de 2011

Soledad

"Todo el mundo sabe que se alivian los males sufriéndolos en común. Entre esos males, los hombres parecen enumerar el tedio y por eso se agrupan a fin de aburrirse en común. Así como el amor a la vida no es, en el fondo, más que el miedo a la muerte, así también el instinto social de los hombres no es un sentimiento directo, es decir, no se funda en el amor a la sociedad, sino en el temor a la soledad.
Porque no es precisamente la afortunada presencia de los demás lo que se busca; se huye más bien de la aridez y la desolación del aislamiento, así como de la monotonía de la propia conciencia.
Para evitar la soledad toda compañía es buena, hasta la mala.
Cuando uno se ha acomodado a la soledad y se ha endurecido contra la impresión primera que produce, de manera que no siente esos efectos que hemos señalado antes, entonces se puede tranquilamente estar siempre solo.
No se suspirará más por el mundo, precisamente porque no es una necesidad directa y porque se ha acostumbrado uno en lo sucesivo a las propiedades bienhechoras de la soledad."
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"Eudemonología" de Arthur Schopenhauer.

miércoles, 6 de abril de 2011

¿Quién sigue?

Luego de pasar unas cuatro horas entre controladores de tránsito pude obtener el libre deuda para así realizar la renovación de mi registro de conducir.
-“Esta limpio señor” me dijo una señora mirándome con cara circunspecta y como si estuviera revelándome la teoría de la relatividad.
Así entonces, limpio de pecados y deudas, me dirigí a realizar el trámite más bizarro de la Argentina.

Una señora con camisa hawaiana recibe mis papeles y dispara:
- “¿Estado civil?"
- "Soltero" contesto.
- "Bien, a su derecha, fotografía" sentenció cortito y al pie. Sin artículos ni explicaciones de más, algo que caracteriza al empleado público.

Al dejar el mostrador, la señora grita: “¿Quién sigue?”, como si esa pregunta viniera a otorgarle una cierta investidura dentro de la mediocre dependencia. No cualquiera puede decir “¿Quién sigue?”. Es todo un signo de estatus y superioridad dentro de las jerarquías públicas.

Ingresé a fotografía y el "fotógrafo" le acariciaba la cabeza a un señor mayor y un poco pelado. Le mostraba con calidez -demostrando que se conocían- lo bonito que había salido en la foto. Luego me fotografiaron a una velocidad que no me permitió siquiera decir whisky (o tomármelo a esas alturas). El avezado fotógrafo ordenó: “Oculista a su derecha señor.”

Una vez allí coloqué la mirada en esa especie de largavistas donde aparecen números y letras.
Me preguntaron: - “¿Qué números ve?”
Casi contesto: - “Todos”, pero preferí no hacerme el gracioso.
“Muy bien, Psicología a su derecha” señaló.

Evidentemente aquí comenzaba la parte profunda de las pericias. Dos psicólogas bastante frustradas se pusieron a charlar mientras la gente aguardaba. Esta es otra de las características elementales para ocupar un puesto estatal: desconocer por completo el arte de la discreción, pudiendo cerrar la puerta en este caso. Ya es harto conocido que los empleados públicos son sádicos y disfrutan del padecer del ciudadano.

Luego de aguardar durante 20 minutos ingresé al gabinete y la psicóloga me pregunta:
- ¿“Desmayos, trastornos, episodios o malestares psicológicos?”
- “Si, todos hoy y cuando salga de acá” pensé para mis adentros.
Contesté que no -naturalmente- y para culminar el examen me solicitaron que dijera la palabra "Tandil" al revés.  Asi que: "L, I, D, N, A, T" balbuceé y poniendo cara de dificultad.
Eso me permitió ganar un pasaje directo a Medicina y certifiqué que estoy en perfectas condiciones mentales.

Ya en el gabiente médico, una joven con un retraso mental leve  me recibe con un delantal verde -para aparentar aspecto médico- y me pregunta:
- “¿Alguna enfermedad?”
- “No” respondí.
- “¿Toma alguna medicación?”
- “Tampoco” dije.
Esas dos preguntas sellaron mi absoluta capacidad física para seguir conduciendo durante cinco años en la Argentina.

Luego aterricé en el área de Gestión, donde un muchacho muy simpático de unos 35 años y con una remera que decía “I Love Argentina”, gritó mi apellido estando a menos de un metro. Esta es otra característica crucial: siempre gritan apellidos con todas sus fuerzas teniendo a la gente casi encima. Y un dato no menor es que generalmente levantan la cabeza y miran lo que sucede en el más allá, nunca te miran a los ojos.

Acto seguido, aboné y me retiré con mi licencia renovada.
En la foto salí bien.
Creí que había sido mucho peor.




sábado, 2 de abril de 2011

33 años

33 años: La edad de Cristo.
No nací de María, pero sí de una Madre Auxiliadora.
No tengo un padre carpintero, pero se llama José y es un gran hombre.
No nací entre los Reyes Magos, porque los reyes son los padres.
No tengo doce apóstoles, pero sí soy incondicional de María Florencia.
No hice hablar a los mudos, pero a veces logré milagros parecidos.
No multipliqué los panes y los peces, sólo dividí las tortillas babet entre amigos del alma.
No estuve enamorado de una prostituta, pero he aprendido algunas técnicas tal cual lo hizo el hijo de Dios.
No caminé sobre el agua, sólo jugué al squash (un deporte que no se juega en el agua).
No hice ninguna pesca milagrosa, pero algunos pececitos sacamos con mi amigo y socio centrino.
No vine a anunciarle el reino de los cielos a nadie, sino a escuchar los infiernos y cielos cotidianos de las personas que quiero.
No creo en el pecado, sino en el deseo profundo de hacer lo que me hace feliz.
No creo en la culpa, sino en la libertad de actualizar mi potencial al máximo.
No creo en ninguna doctrina ni religión, sólo creo en mí.  
 

sábado, 26 de marzo de 2011

Diálogo de Antaño

Paciente: ¿Que tal Doctor? ¿Cómo van las mujeres?
Doctor: Escasas y caras.
Paciente: ¿Y las amobladas(*)?
Doctor: Más caras todavía
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Diálogo que solía mantener el Sr. Carriquirri con mi abuelo allá por los años 40.
(*) Término lunfardo para referirse a los hoteles alojamiento.

sábado, 19 de marzo de 2011

Escena conyugal

Decidí ir a escuchar un espectáculo musical, gratuito y de un gran despliegue artístico en todo sentido. En las butacas inmediatamente delante de mí, se encontraba una familia compuesta de un hombre, una mujer y un pequeño niño de unos 3 años aproximadamente. Claramente se trataba de una familia nuclear de clase media, que buscaba deleitarse con la representación clásica elegida.
Todo me hace suponer que es una pareja de casados en primeras nupcias, de unos 6 ó 7 años de matrimonio o convivencia y en la cual, el entusiasmo por la vida y la discreción por lo privado, no demostraba ser un factor destacable ni ponderable por ellos.

La pareja comienza un diálogo mediocre y por supuesto sin ningún tipo de interés en capturar la atención del otro, que me pareció curioso dejar registrado:

Esposo: ...tocan bien estos tipos. El piano no es fácil. ¿Sabés todo lo que tenés que estudiar para sacar una pieza como esta?
Esposa: Si, me imagino. Yo nunca podría.
Esposo: Cuando yo tocaba el piano, cuando estudiábamos con mi hermano, era duro aprender. Significaba muchas horas de práctica.
Esposa: (sin mirarse ni asombrarse por el hecho) ¿Vos tocabas el piano? No tenía idea. ¿Hace mucho?
Esposo: (también sin mirarla y con mucha menos sorpresa) Si, si, tocamos un tiempo con mi hermano. Mi mamá nos mandaba a los dos con una profesora para que aprendiéramos algo de música. Estaba bueno…

¿Acaso resulta entendible vivir una relación durante tanto tiempo y desconocerse casi por completo en esencias tan profundas?
¿Se puede saber tan poco de ese otro que decimos amar?
Me pregunto si mientras empezaban a descubrirse como pareja, a ninguno se le ocurrió comentar, al menos tímidamente, la relación que tenían con la música.
¿Qué otros detalles se estarán perdiendo mutuamente?

¿Es necesario acudir a una “sala de espera” para que las relaciones encuentren allí un espacio de vínculo, de florecimiento, de captación de la fibra ajena?

¿No estará mejor autogenerarse mutuamente esos espacios, descubrirse a fondo, descifrarse, decodificar los lenguajes y dejar la “sala de espera” para hacer el duelo cuando estemos muriendo?
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Historia enviada por Lan Ying y extraída de su libro: "La vida es un 7"

domingo, 13 de marzo de 2011

Traidor

¿Qué sintió cuando capturó al Che en la quebrada del Churo?
A mí no me causó ninguna impresión especial porque no era el mito lo que tenía delante. Cuando me avisan el cabo Balboa y los soldados Encina y Choque que lo habían capturado, lo que vi era un hombre sucio y derrotado. No era el mito, que ustedes contribuyeron a alimentar, era el hombre.

¿Quién era para usted el Che?
Era un combatiente. Si ve las fotos de cuando fue capturado le da pena: no inspira ni respeto, ni temor, ni admiración. Pena es lo que inspiraba ese ser humano en condiciones de hambre, de harapos.

¿Fue una ejecución o un asesinato?
Una ejecución, una ejecución sumaria.

¿Legítima?
No. Una ejecución no es legítima. Es una ejecución. Es una decisión que toman los estamentos políticos. Tendrían sus razones.

¿Ser el hombre que capturó al Che lo marcó para siempre?
Soy el hombre que lo capturó en una operación militar. Nada más y nada menos. Yo he hecho cosas más importantes en mi vida que esto del Che, antes y después de la guerrilla. Lo del Che ha sido una cosa adicional. Mi vida profesional y política tiene su propio rumbo al margen de la cuestión del Che.

¿Quién da la orden?
Yo no tomé ninguna decisión. Es problema de los generales que toman la decisión y la ejecutan. Yo era un capitán que entregó un prisionero; me fui con mi tropa a buscar más guerrilleros y cuando regreso encuentro un cadáver, ¿qué voy a hacer? La decisión la tomó el gobierno boliviano y los asesores norteamericanos. Cuando se hace una ejecución se acabó, ¿no?


Extraído de "Lo pasado Pensado. Entrevistas con la historia Argentina" (Felipe Pigna)
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Quien responde es Gary Prado, General del Ejército Boliviano que el 8 de octubre de 1967 capturó al Che Guevara en la quebrada del Churo.
Que retorcida es la historia y el destino.
El reconocido Gary Prado, con una ironía y soberbia más argentina que boliviana, minimiza la figura y captura del Che.
¿Cuáles serán las "cosas más importantes" que ha realizado este hombre en su vida, no?
¿Quién lo hubiera conocido por no capturar al Che?
¿Cuáles serán las hazañas conquistadas?
¿Cuál será su ética y coherencia?
Quien en su momento minimizó la captura del líder revolucionario más trascendente de la historia, hoy milita en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
El Che seguramente lo hubiera ajusticiado, por traidor, a sí mismo.

viernes, 11 de marzo de 2011

Destino Idéntico

Sacerdote: María de los Angeles ¿acepta como esposo a Roberto Martín, cuidarlo y asistirlo por el resto de sus vidas y hasta que la muerte los separe?
Ella: Si, acepto.
Sacerdote: Roberto Martín, ¿acepta como esposa a María de los Angeles, cuidarla y asistirla por el resto de sus vidas y hasta que la muerte los separe?
El: Ehhh….No sé, creo que no acepto.
Sacerdote: ¿Cómo que no acepta?
Ella: ¿Qué dijiste Roberto? ¿Cómo que no aceptás?
El: Dije que no acepto. ¿Una vez que me opongo a algo te ponés como loca?
Sacerdote: Por favor joven, no sea papelonero y acepte a su mujer como esposa.
Ella: Si, Roberto por favor, aceptame!!!! Aceptame, te lo pido por Dios y la Virgen!!!
El: Pero ¿por qué tengo que aceptar algo que ahora me parece que no debo aceptar?
Sacerdote: Joven, este no es un buen momento para disertaciones filosóficas.
Ella: Sí, Roberto, el padre tiene razón. Decí que si y después lo charlamos en casa.
El: Está bien, acepto.
Ella: Siiiiiii!!!!! Lo logré! Te amo Roberto, tanto como vos a mí.
Sacerdote: Los declaro formalmente marido y mujer. El novio puede besar a la novia.

Roberto la besó, la tomó de la mano y caminó con ella a través de la nave principal de la Iglesia. Puso cara de convencido y saludó con cierta frialdad a familiares, parientes que creía muertos y amigos de otros tiempos que venían a felicitarlo vaya a saber por que motivo.

Luego vino la fiesta, la noche de bodas, la luna de miel, la convivencia, los problemas, la cotidianeidad, los hijos, en definitiva el indeclinable paso del tiempo.

Roberto nunca olvida que aquel día tuvo la chance de construir otro futuro. Ella, por su parte, siempre negó que aquel suceso hubiera acontecido.

Hoy viven juntos, a veces felices y a veces tristes, a veces en paz y a veces enojados. Sus hijos ya son grandes y los tienen como un verdadero ejemplo del amor entre un hombre y una mujer. Un amor genuino.

Lo cierto es que ninguno de los dos, ni Roberto ni María de los Angeles, habían nacido el uno para el otro. No eran mutuamente complementarios. No se necesitaban con deseo irrefrenable.

Roberto podría haberse casado con Daniela (su primera novia) o simplemente quedarse soltero. María de los Angeles, por su parte, podría haber escogido a José Luis o quedar embarazada a los 17 de algún amor salvaje.

En definitiva, sus vidas podrían haber sido completamente diferentes...pero parecidas.
Sólo hubieran cambiado algunas fechas y algún nombre propio.
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Cuentito poco ambicioso que escribí hace algunos años a partir de un cuento de Jorge Luis Borges ("Emma Zunz") y de la idea de que el destino de un hombre es el mismo que el de todos los hombres. Claro está que esa idea no era de Borges, sino de Pirandello.
Mis disculpas a ambos.


Hubiera o Hubiese

Los “hubiera o hubiese” no conducen a nada. Hay que recogerse con piedad. Uno hizo lo que en ese momento sintió que debía hacer. ¿Qué pudo haber hecho?

La vio frente a él y podría haber corrido ligeramente, tal vez habría escapado. Luego cuando lo buscó, podría haberse escondido. Quizá no lo hubiese encontrado. Podría haberla confrontado, en una de esas hasta ganaba. Podría haber desaparecido, tal vez se hubiese cansado de buscarlo. Pudo negarse, quizá no hubiese insistido. Podría haberla tratado bruscamente, tal vez hubiese cedido por una vez y no hubiese querido volver a verlo nunca más. Podría haberlo ofendido y quién no hubiese querido verla, tal vez hubiera sido él.

Podría haber faltado a la cita y ella se hubiese cansado de esperarlo. Tal vez no hubiese ido y ya habría mirado hacia otro lado. En una de esas se hubiese peinado con gomina y ella se hubiese espantado. Podría haberse pronunciado demasiado y él se hubiese cohibido. Lo cierto es que hizo lo que tenía que hacer en ese momento de la mejor manera posible. El otro influyó, sin duda; pero uno es quién es. Eso es el carácter.

Podrían haberse casado y no haber tenido hijos. Podrían haberse divorciado antes de que la casa se poblase. Podrían haberse ido y no haber vuelto. Podrían no haberse vuelto a ir pero con un hijo más. Hicieron lo que tenían que hacer en ese momento. Eso es carácter.

Podrían no haberse arrepentido. Podrían haberse reemplazado fácilmente. Podrían haberse muerto. Podrían no estar aquí para recordarlo. Podrían no haberse casado. Podrían no haberse divorciado. Podrían no haber tenido hijos.
Actuaron como les pareció que debían hacerlo.
En fin, eso es el carácter.

Hugo Finkelstein, El libro del No-Amor.

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Hay que dejar de vivir la vida del "hubiera o hubiese", porque es ficticia.
La única vida verdadera es la del tiempo presente, sin condicionantes ni potenciales.
Lo que nos sucede hoy, aquí y ahora.
Sin embargo, nos des-vivimos por poblar esa vida hipotética con nuestros espectros.
Gastamos enormes cantidades de energía en algo que no es real, pero que nos crea la ilusión de ser mucho mejor.
No lo es.
La única vida posible es la que nos sucede.
Hay que animarse a vivirla plenamente.
Y con eso ya tenemos suficiente.

domingo, 6 de marzo de 2011

Piaf

Cuando tus ojos me miran, mi corazón se alborota. Tengo demasiadas cosas malas dentro, y esas cosas malas nunca las siento cuando tú estás ahí.

En lo que a mí respecta el amor significa lucha, grandes mentiras y un par de bofetadas en la cara. No me importa lo que diga la gente. Mucho menos me importan sus leyes.

Mi vida de niña puede parecer espantosa, pero era hermosa. Pasé hambre. Pasé frío. Pero era libre…, libre de no levantarme, de no acostarme, de emborracharme, de soñar, de esperar.

La muerte no existe. La muerte es el comienzo de algo.

Edith Piaf


Extraído de www.juantonelli.com

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viernes, 4 de marzo de 2011

¿Devorarse o Divorciarse?

"Vi legiones de personas haciendo planes sobre todo lo que harían cuando consigan divorciarse.

Llenas de proyectos para cuando consiguieran subir a la cima de la montaña para pasar al otro lado, pusieron todo el esfuerzo en la meta del divorcio. Desde allí y sólo desde allí conseguirían ser libres, independientes, eficaces y felices. Una vez conseguido el divorcio siguieron peleándose por las mismas cosas que durante la convivencia. Sólo hubo un desplazamiento físico. Se alejaron los cuerpos, pero no las mentes ni las ideas. Si durante el matrimonio hubo convivencia sin concordancia, durante el divorcio continuaron los desacuerdos.

¿O qué esperaban? Si no se entendieron ni pudieron conciliar antes, ¿podrían hacerlo ahora? ¿De dónde saldrá la creencia que uno cambia porque cambia de casa?

Al contrario, la necesidad de adaptación a la nueva situación es tan exigente que las personas se aferran a sus primitivos vicios, y se tornan aún más recalcitrantes para seguir manteniendo un estado de dignidad ficticio que se basa en la estúpida idea que uno es, en la medida en que se opone al otro.

No es necesario separarse como dos enemigos, pero lo cierto es que cada uno va a defender lo propio. El amor por uno va a prevalecer y con justificada razón, esta vez.

Si uno no sabe con quién se casó, debería saber de quién se va a separar."

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Hugo Finkelstein, "El libro del No Amor"

miércoles, 2 de marzo de 2011

Umbral del dolor

En cualquier deporte de alto rendimiento existe el concepto de umbral del dolor. Esto significa, el límite de dolor y agotamiento que un deportista puede soportar en una sesión de entrenamiento o en competencia.
Después de competir profesionalmente durante más de 10 años a nivel internacional, mi cuerpo se ha acostumbrado al dolor. No sólo al dolor físico, sino también mental y espiritual.
Físico porque el cuerpo es una máquina que alcanza fronteras insondables, uno no tiene la menor idea de lo que es capaz de soportar con tal de lograr un objetivo.
Mental porque al otro día no te podés mover, te duele todo el cuerpo, desde los pies a la cabeza, absolutamente todo.
Espiritual porque necesariamente tenés que hacerte duro y tener la mirada del tigre, como le dice Apolo Creed a Rocky Balboa en Rocky III. Cuando perdés la mirada del tigre, estás listo.
Y todo esto aplica no sólo al deporte profesional, sino a la vida.

Te hacés impermeable, invulnerable, sólido, duro, insensible, egoísta, aislado, individualista. Sos vos o tu rival, para sentimentalismos mejor dedicarse a la poesía.
No importa si estás exhausto, tu cara no puede transmitirlo.
No importa si no te entra una gota de aire, tus piernas se tienen que seguir moviendo.
No importa si estás perdiendo, existe un momento del partido donde la victoria es posible.
No se juega contra nombres, se juega contra hombres.

Y no es una cuestión de desorden psicológico, pues cuanto más exigimos nuestro cuerpo más endorfinas liberamos. Esas endorfinas son las responsables de darnos una sensación de placer general. Por tal motivo, alcanzar el umbral del dolor tiene algo placentero. Es una sensación fisiológica.

Creo que la vida verdadera se juega en ese filo, en ese borde, en ese umbral.
Y es un dolor placentero.

martes, 1 de marzo de 2011

Gente a Rayas

Por lo general dividimos a las personas en dos categorías: la de los santos y la de los pecadores. Pero se trata de una división absolutamente imaginaria. Por una parte, nadie sabe realmente quienes son los santos y quienes los pecadores; las apariencias engañan. Por otra, todos nosotros, santos y pecadores, somos pecadores.

En cierta ocasión, un predicador preguntó a un grupo de niños: “Si todas las buenas personas fueran blancas y todas las malas personas fueran negras, ¿de qué color serían ustedes?

Un pequeño le respondió: “Yo reverendo, sería una cebra”

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Anthony De Mello - "El canto del pájaro"

miércoles, 23 de febrero de 2011

Nada queda

Ya no queda palabra, ni oración, ni metáfora, ni rima
que venga en auxilio de este afán desmesurado
por encontrar un motivo singular, una lógica inefable
al complejo (des) amor, sus abismos y sus mares.

Inquietudes de la mente son certezas de un sentir,
que ahonda sus raíces en mis tierras ya resecas
de añorar tus gotas que nunca llegan, y que al llegar
no consiguen aliviar el yermo contenido de mi ser.

Ya no queda número, ni fórmula, ni religión, ni melodía
que puedan salvarme del vacío de tu ausencia,
que es un vuelo sin alas, sobre una ciudad que grita
tu nombre con las letras de mi nombre.

Retorno del latido monocorde a un corazón,
ya cansado de esperar esa otra pulsación, la tuya,
la que venga a revivirme de esta muerte aletargada
y me permita, finalmente, amar una certeza.