sábado, 26 de marzo de 2011

Diálogo de Antaño

Paciente: ¿Que tal Doctor? ¿Cómo van las mujeres?
Doctor: Escasas y caras.
Paciente: ¿Y las amobladas(*)?
Doctor: Más caras todavía
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Diálogo que solía mantener el Sr. Carriquirri con mi abuelo allá por los años 40.
(*) Término lunfardo para referirse a los hoteles alojamiento.

sábado, 19 de marzo de 2011

Escena conyugal

Decidí ir a escuchar un espectáculo musical, gratuito y de un gran despliegue artístico en todo sentido. En las butacas inmediatamente delante de mí, se encontraba una familia compuesta de un hombre, una mujer y un pequeño niño de unos 3 años aproximadamente. Claramente se trataba de una familia nuclear de clase media, que buscaba deleitarse con la representación clásica elegida.
Todo me hace suponer que es una pareja de casados en primeras nupcias, de unos 6 ó 7 años de matrimonio o convivencia y en la cual, el entusiasmo por la vida y la discreción por lo privado, no demostraba ser un factor destacable ni ponderable por ellos.

La pareja comienza un diálogo mediocre y por supuesto sin ningún tipo de interés en capturar la atención del otro, que me pareció curioso dejar registrado:

Esposo: ...tocan bien estos tipos. El piano no es fácil. ¿Sabés todo lo que tenés que estudiar para sacar una pieza como esta?
Esposa: Si, me imagino. Yo nunca podría.
Esposo: Cuando yo tocaba el piano, cuando estudiábamos con mi hermano, era duro aprender. Significaba muchas horas de práctica.
Esposa: (sin mirarse ni asombrarse por el hecho) ¿Vos tocabas el piano? No tenía idea. ¿Hace mucho?
Esposo: (también sin mirarla y con mucha menos sorpresa) Si, si, tocamos un tiempo con mi hermano. Mi mamá nos mandaba a los dos con una profesora para que aprendiéramos algo de música. Estaba bueno…

¿Acaso resulta entendible vivir una relación durante tanto tiempo y desconocerse casi por completo en esencias tan profundas?
¿Se puede saber tan poco de ese otro que decimos amar?
Me pregunto si mientras empezaban a descubrirse como pareja, a ninguno se le ocurrió comentar, al menos tímidamente, la relación que tenían con la música.
¿Qué otros detalles se estarán perdiendo mutuamente?

¿Es necesario acudir a una “sala de espera” para que las relaciones encuentren allí un espacio de vínculo, de florecimiento, de captación de la fibra ajena?

¿No estará mejor autogenerarse mutuamente esos espacios, descubrirse a fondo, descifrarse, decodificar los lenguajes y dejar la “sala de espera” para hacer el duelo cuando estemos muriendo?
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Historia enviada por Lan Ying y extraída de su libro: "La vida es un 7"

domingo, 13 de marzo de 2011

Traidor

¿Qué sintió cuando capturó al Che en la quebrada del Churo?
A mí no me causó ninguna impresión especial porque no era el mito lo que tenía delante. Cuando me avisan el cabo Balboa y los soldados Encina y Choque que lo habían capturado, lo que vi era un hombre sucio y derrotado. No era el mito, que ustedes contribuyeron a alimentar, era el hombre.

¿Quién era para usted el Che?
Era un combatiente. Si ve las fotos de cuando fue capturado le da pena: no inspira ni respeto, ni temor, ni admiración. Pena es lo que inspiraba ese ser humano en condiciones de hambre, de harapos.

¿Fue una ejecución o un asesinato?
Una ejecución, una ejecución sumaria.

¿Legítima?
No. Una ejecución no es legítima. Es una ejecución. Es una decisión que toman los estamentos políticos. Tendrían sus razones.

¿Ser el hombre que capturó al Che lo marcó para siempre?
Soy el hombre que lo capturó en una operación militar. Nada más y nada menos. Yo he hecho cosas más importantes en mi vida que esto del Che, antes y después de la guerrilla. Lo del Che ha sido una cosa adicional. Mi vida profesional y política tiene su propio rumbo al margen de la cuestión del Che.

¿Quién da la orden?
Yo no tomé ninguna decisión. Es problema de los generales que toman la decisión y la ejecutan. Yo era un capitán que entregó un prisionero; me fui con mi tropa a buscar más guerrilleros y cuando regreso encuentro un cadáver, ¿qué voy a hacer? La decisión la tomó el gobierno boliviano y los asesores norteamericanos. Cuando se hace una ejecución se acabó, ¿no?


Extraído de "Lo pasado Pensado. Entrevistas con la historia Argentina" (Felipe Pigna)
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Quien responde es Gary Prado, General del Ejército Boliviano que el 8 de octubre de 1967 capturó al Che Guevara en la quebrada del Churo.
Que retorcida es la historia y el destino.
El reconocido Gary Prado, con una ironía y soberbia más argentina que boliviana, minimiza la figura y captura del Che.
¿Cuáles serán las "cosas más importantes" que ha realizado este hombre en su vida, no?
¿Quién lo hubiera conocido por no capturar al Che?
¿Cuáles serán las hazañas conquistadas?
¿Cuál será su ética y coherencia?
Quien en su momento minimizó la captura del líder revolucionario más trascendente de la historia, hoy milita en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
El Che seguramente lo hubiera ajusticiado, por traidor, a sí mismo.

viernes, 11 de marzo de 2011

Destino Idéntico

Sacerdote: María de los Angeles ¿acepta como esposo a Roberto Martín, cuidarlo y asistirlo por el resto de sus vidas y hasta que la muerte los separe?
Ella: Si, acepto.
Sacerdote: Roberto Martín, ¿acepta como esposa a María de los Angeles, cuidarla y asistirla por el resto de sus vidas y hasta que la muerte los separe?
El: Ehhh….No sé, creo que no acepto.
Sacerdote: ¿Cómo que no acepta?
Ella: ¿Qué dijiste Roberto? ¿Cómo que no aceptás?
El: Dije que no acepto. ¿Una vez que me opongo a algo te ponés como loca?
Sacerdote: Por favor joven, no sea papelonero y acepte a su mujer como esposa.
Ella: Si, Roberto por favor, aceptame!!!! Aceptame, te lo pido por Dios y la Virgen!!!
El: Pero ¿por qué tengo que aceptar algo que ahora me parece que no debo aceptar?
Sacerdote: Joven, este no es un buen momento para disertaciones filosóficas.
Ella: Sí, Roberto, el padre tiene razón. Decí que si y después lo charlamos en casa.
El: Está bien, acepto.
Ella: Siiiiiii!!!!! Lo logré! Te amo Roberto, tanto como vos a mí.
Sacerdote: Los declaro formalmente marido y mujer. El novio puede besar a la novia.

Roberto la besó, la tomó de la mano y caminó con ella a través de la nave principal de la Iglesia. Puso cara de convencido y saludó con cierta frialdad a familiares, parientes que creía muertos y amigos de otros tiempos que venían a felicitarlo vaya a saber por que motivo.

Luego vino la fiesta, la noche de bodas, la luna de miel, la convivencia, los problemas, la cotidianeidad, los hijos, en definitiva el indeclinable paso del tiempo.

Roberto nunca olvida que aquel día tuvo la chance de construir otro futuro. Ella, por su parte, siempre negó que aquel suceso hubiera acontecido.

Hoy viven juntos, a veces felices y a veces tristes, a veces en paz y a veces enojados. Sus hijos ya son grandes y los tienen como un verdadero ejemplo del amor entre un hombre y una mujer. Un amor genuino.

Lo cierto es que ninguno de los dos, ni Roberto ni María de los Angeles, habían nacido el uno para el otro. No eran mutuamente complementarios. No se necesitaban con deseo irrefrenable.

Roberto podría haberse casado con Daniela (su primera novia) o simplemente quedarse soltero. María de los Angeles, por su parte, podría haber escogido a José Luis o quedar embarazada a los 17 de algún amor salvaje.

En definitiva, sus vidas podrían haber sido completamente diferentes...pero parecidas.
Sólo hubieran cambiado algunas fechas y algún nombre propio.
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Cuentito poco ambicioso que escribí hace algunos años a partir de un cuento de Jorge Luis Borges ("Emma Zunz") y de la idea de que el destino de un hombre es el mismo que el de todos los hombres. Claro está que esa idea no era de Borges, sino de Pirandello.
Mis disculpas a ambos.


Hubiera o Hubiese

Los “hubiera o hubiese” no conducen a nada. Hay que recogerse con piedad. Uno hizo lo que en ese momento sintió que debía hacer. ¿Qué pudo haber hecho?

La vio frente a él y podría haber corrido ligeramente, tal vez habría escapado. Luego cuando lo buscó, podría haberse escondido. Quizá no lo hubiese encontrado. Podría haberla confrontado, en una de esas hasta ganaba. Podría haber desaparecido, tal vez se hubiese cansado de buscarlo. Pudo negarse, quizá no hubiese insistido. Podría haberla tratado bruscamente, tal vez hubiese cedido por una vez y no hubiese querido volver a verlo nunca más. Podría haberlo ofendido y quién no hubiese querido verla, tal vez hubiera sido él.

Podría haber faltado a la cita y ella se hubiese cansado de esperarlo. Tal vez no hubiese ido y ya habría mirado hacia otro lado. En una de esas se hubiese peinado con gomina y ella se hubiese espantado. Podría haberse pronunciado demasiado y él se hubiese cohibido. Lo cierto es que hizo lo que tenía que hacer en ese momento de la mejor manera posible. El otro influyó, sin duda; pero uno es quién es. Eso es el carácter.

Podrían haberse casado y no haber tenido hijos. Podrían haberse divorciado antes de que la casa se poblase. Podrían haberse ido y no haber vuelto. Podrían no haberse vuelto a ir pero con un hijo más. Hicieron lo que tenían que hacer en ese momento. Eso es carácter.

Podrían no haberse arrepentido. Podrían haberse reemplazado fácilmente. Podrían haberse muerto. Podrían no estar aquí para recordarlo. Podrían no haberse casado. Podrían no haberse divorciado. Podrían no haber tenido hijos.
Actuaron como les pareció que debían hacerlo.
En fin, eso es el carácter.

Hugo Finkelstein, El libro del No-Amor.

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Hay que dejar de vivir la vida del "hubiera o hubiese", porque es ficticia.
La única vida verdadera es la del tiempo presente, sin condicionantes ni potenciales.
Lo que nos sucede hoy, aquí y ahora.
Sin embargo, nos des-vivimos por poblar esa vida hipotética con nuestros espectros.
Gastamos enormes cantidades de energía en algo que no es real, pero que nos crea la ilusión de ser mucho mejor.
No lo es.
La única vida posible es la que nos sucede.
Hay que animarse a vivirla plenamente.
Y con eso ya tenemos suficiente.

domingo, 6 de marzo de 2011

Piaf

Cuando tus ojos me miran, mi corazón se alborota. Tengo demasiadas cosas malas dentro, y esas cosas malas nunca las siento cuando tú estás ahí.

En lo que a mí respecta el amor significa lucha, grandes mentiras y un par de bofetadas en la cara. No me importa lo que diga la gente. Mucho menos me importan sus leyes.

Mi vida de niña puede parecer espantosa, pero era hermosa. Pasé hambre. Pasé frío. Pero era libre…, libre de no levantarme, de no acostarme, de emborracharme, de soñar, de esperar.

La muerte no existe. La muerte es el comienzo de algo.

Edith Piaf


Extraído de www.juantonelli.com

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viernes, 4 de marzo de 2011

¿Devorarse o Divorciarse?

"Vi legiones de personas haciendo planes sobre todo lo que harían cuando consigan divorciarse.

Llenas de proyectos para cuando consiguieran subir a la cima de la montaña para pasar al otro lado, pusieron todo el esfuerzo en la meta del divorcio. Desde allí y sólo desde allí conseguirían ser libres, independientes, eficaces y felices. Una vez conseguido el divorcio siguieron peleándose por las mismas cosas que durante la convivencia. Sólo hubo un desplazamiento físico. Se alejaron los cuerpos, pero no las mentes ni las ideas. Si durante el matrimonio hubo convivencia sin concordancia, durante el divorcio continuaron los desacuerdos.

¿O qué esperaban? Si no se entendieron ni pudieron conciliar antes, ¿podrían hacerlo ahora? ¿De dónde saldrá la creencia que uno cambia porque cambia de casa?

Al contrario, la necesidad de adaptación a la nueva situación es tan exigente que las personas se aferran a sus primitivos vicios, y se tornan aún más recalcitrantes para seguir manteniendo un estado de dignidad ficticio que se basa en la estúpida idea que uno es, en la medida en que se opone al otro.

No es necesario separarse como dos enemigos, pero lo cierto es que cada uno va a defender lo propio. El amor por uno va a prevalecer y con justificada razón, esta vez.

Si uno no sabe con quién se casó, debería saber de quién se va a separar."

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Hugo Finkelstein, "El libro del No Amor"

miércoles, 2 de marzo de 2011

Umbral del dolor

En cualquier deporte de alto rendimiento existe el concepto de umbral del dolor. Esto significa, el límite de dolor y agotamiento que un deportista puede soportar en una sesión de entrenamiento o en competencia.
Después de competir profesionalmente durante más de 10 años a nivel internacional, mi cuerpo se ha acostumbrado al dolor. No sólo al dolor físico, sino también mental y espiritual.
Físico porque el cuerpo es una máquina que alcanza fronteras insondables, uno no tiene la menor idea de lo que es capaz de soportar con tal de lograr un objetivo.
Mental porque al otro día no te podés mover, te duele todo el cuerpo, desde los pies a la cabeza, absolutamente todo.
Espiritual porque necesariamente tenés que hacerte duro y tener la mirada del tigre, como le dice Apolo Creed a Rocky Balboa en Rocky III. Cuando perdés la mirada del tigre, estás listo.
Y todo esto aplica no sólo al deporte profesional, sino a la vida.

Te hacés impermeable, invulnerable, sólido, duro, insensible, egoísta, aislado, individualista. Sos vos o tu rival, para sentimentalismos mejor dedicarse a la poesía.
No importa si estás exhausto, tu cara no puede transmitirlo.
No importa si no te entra una gota de aire, tus piernas se tienen que seguir moviendo.
No importa si estás perdiendo, existe un momento del partido donde la victoria es posible.
No se juega contra nombres, se juega contra hombres.

Y no es una cuestión de desorden psicológico, pues cuanto más exigimos nuestro cuerpo más endorfinas liberamos. Esas endorfinas son las responsables de darnos una sensación de placer general. Por tal motivo, alcanzar el umbral del dolor tiene algo placentero. Es una sensación fisiológica.

Creo que la vida verdadera se juega en ese filo, en ese borde, en ese umbral.
Y es un dolor placentero.

martes, 1 de marzo de 2011

Gente a Rayas

Por lo general dividimos a las personas en dos categorías: la de los santos y la de los pecadores. Pero se trata de una división absolutamente imaginaria. Por una parte, nadie sabe realmente quienes son los santos y quienes los pecadores; las apariencias engañan. Por otra, todos nosotros, santos y pecadores, somos pecadores.

En cierta ocasión, un predicador preguntó a un grupo de niños: “Si todas las buenas personas fueran blancas y todas las malas personas fueran negras, ¿de qué color serían ustedes?

Un pequeño le respondió: “Yo reverendo, sería una cebra”

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Anthony De Mello - "El canto del pájaro"