viernes, 29 de junio de 2012

Las manzanas de la educación

- ¿Qué harías si pudieras modificar el sistema de enseñanza?

-Bueno…no estoy muy seguro de lo que haría. Lo que sé es que no empezaría con las cosas con que por lo general empiezan las escuelas. Creo que primero reuniría a todos los niños y les enseñaría a meditar. Trataría de enseñarles a descubrir quiénes son, y no simplemente cómo se llaman y todas esas In cosas. Pero antes, todavía, creo que les haría olvidar todo lo que les han dicho sus padres y todos los demás.

Es hora de que empiecen a quitarse cosas de la cabeza en lugar de llenarla cada vez más. Podrían desembarazarse de un montón de manzanas en esta vida, con solo proponérselo.

Quiero decir, aunque los padres les hubieran dicho que un elefante es grande, yo les sacaría eso de la cabeza. Un elefante es grande solo cuando está al lado de otra cosa, un perro, o una señora, por ejemplo. Ni siquiera les diría que un elefante tiene trompa. Cuanto más, les mostraría un elefante, si tuviera uno a mano, pero los dejaría ir hacia el elefante sabiendo tanto de él como el elefante de ellos.

Lo mismo haría con el pasto y todas las demás cosas. Ni siquiera les diría que el pasto es verde. Los colores son solo nombres. Porque si usted les dice que el pasto es verde, van a empezar a esperar que el pasto tenga algún aspecto determinado, el que usted dice, en vez de algún otro que puede ser igualmente bueno y quizá mejor. No sé. Yo les haría vomitar hasta el último pedacito de manzana que sus padres y todos los otros les han hecho morder.

Además, si quisieran aprender todo lo demás, nombres, y colores, y otras cosas, podrían hacerlo; si les gustara, cuando tuvieran más edad. Pero yo querría que ellos empezaran con las verdaderas formas de mirar las cosas y no mirándolas como hacen todos los otros comedores de manzanas.

Extraído del cuento “Teddy” en “Nueve Cuentos” de J.D. Salinger.
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Sin embargo, insistimos en que nuestros hijos coman la manzana.
No queremos que piensen, queremos que repitan de memoria y sin errores.
No queremos que experimenten la vida, queremos explicársela con un manual.
No queremos que descubran quienes son, nosotros nos ocupamos de decírselo.
El gran pecado de la educación: aniquilar el deseo y la voluntad.

domingo, 24 de junio de 2012

Saber Esperar

“¿Seré amado?” es una pregunta alternativa: todo o nada.

No concibo que las cosas maduren, que sean sustraídas a la oportunidad del deseo.

¿Quién está enamorado?: El que espera.

A veces quiero jugar al que no espera; intento ocuparme de otras cosas, de llegar con retraso; pero siempre pierdo a este juego: cualquier cosa que haga, me encuentro ocioso. La identidad fatal del enamorado no es otra más que esta: yo soy el que espera.

Un mandarín estaba enamorado de una cortesana: “Seré tuya, dijo ella, cuando hayas pasado cien noches esperándome sentado sobre un banco, en mi jardín, bajo mi ventana. Pero, en la nonagésimonovena noche, el mandarín se levanta, toma su banco bajo el brazo y se va.”

De todo consejero, sea cual fuere, espero que me diga: “La persona que usted ama lo ama y se lo va a decir esta noche.”

De modo profético alguien llama y dice: "te amo".
Pero no es precisamente a quién esperábamos.


Edición personal de "Fragmentos de un discurso amoroso" (Roland Barthes)

sábado, 16 de junio de 2012

Discursos amorosos I

Encuentro en mi vida millones de cuerpos, de esos millones puedo desear centenares, pero de esos centenares, no amo sino uno. El otro, del que estoy enamorado, me designa la especificidad de mi deseo.

Han sido necesarias muchas casualidades, muchas coincidencias sorprendentes (y tal vez muchas búsquedas), para que encuentre la Imagen que, entre mil, conviene a mi deseo.

¿Por qué deseo a Tal? ¿Por qué la deseo perdurablemente, lánguidamente? ¿Es toda ella lo que deseo? ¿O no es sólo más que una parte de su cuerpo?

Y en ese caso, ¿qué es lo que, en ese cuerpo amado tiene vocación de fetiche para mí? ¿Qué porción, tal vez increíblemente tenue, qué accidente? ¿El corte de una uña, un diente un poco rajado, un mechón, una manera de mover los dedos al hablar?

De todos estos pliegues del cuerpo tengo ganas de decir que son adorables.
Adorable quiere decir: “Este es mi deseo, en tanto que es único”.

Fragmentos de un discurso amoroso (Roland Bathes)
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El sexo nos vacía, nos libera, nos descarga. 
El amor nos llena, nos ata, nos sobrecarga.
El sexo se tiene, pero el amor se construye.
Y el amor sólo puede construirse en el juego de dos psíquis: sus ideales, sus modelos, sus mandatos, sus demandas, sus histerias y sus obsesiones.
En el amor se elige, se cataloga, se reconoce al otro en un lugar de privilegio.
Sólo en el amor puedo sentirme "único", porque solamente "yo" puedo decir "te amo".
¿Pero que significa sentirse el "unico"?
¿Quién será el "yo"? 
¿Y a quien le diremos "te amo"? 








viernes, 8 de junio de 2012

Rompiendo el silencio

Dice Onetti que si uno va a hablar debe procurar que sus palabras sean más interesantes que el silencio.

Luego de varios meses de ausencia – si es que uno está presente en algún lado- decido retomar el infructuoso camino de la palabra con el fin de mejorar mi silencio.

Es interesante pensar que el “silencio” se diga con palabras; y que al nombrarlo, caigamos irremediablemente en una negación. Paradoja estúpida, pero irrefutable. Los límites del lenguaje, diría Wittgenstein.

El silencio -por ende- para ser tal, no puede decirse. Es algo que solamente pertenece al campo de la experiencia, de la sensación, de la percepción. Y experimentarlo es un camino individual que nos obliga a negar la construcción de significados.

Estar en silencio permite que el “ser” aflore en toda su esencia. Nos permite (re)plantearnos la vida. En el silencio solamente hay lugar para las preguntas. La palabra - en cambio- sentencia, argumenta, explica, responde.

Rompo entonces el silencio con palabras que no lo mejoran, pero que intentan buscar una forma de decir calladamente, con más peso, con más profundidad...y con menos palabras.

Todos tenemos dos vidas: la de las palabras y la del silencio.
¿Cuál será la verdadera?