viernes, 12 de agosto de 2011

¿Consistencia o Riesgo?

Allá por 1997 desembarqué en Chingford, un pueblito ubicado en las afueras de Londres, para comenzar a entrenar con el grupo de Neil Harvey (ex número 10 del mundo y entrenador de Peter Nicol, el escocés que destronó a Jansher Khan y ganó todo durante 6 años consecutivos).

Recuerdo que el primer día de entrenamiento Neil quiso ver como jugaba y cuál era mi estilo de juego. Para ello no tuvo mejor idea de ponerme en la cancha principal frente a Peter Nicol, el número uno del mundo en ese momento.

Es muy complejo tratar de poner en palabras la sensación que te embarga en un momento como ese. Es una mezcla de adrenalina, excitación, motivación, pánico y admiración. Un cóctel explosivo.

Empezamos a pelotear y nunca en mi vida había visto tan de cerca la perfección técnica y la solidez con que impactaba la pelota. Traté de focalizarme mínimamente en mi juego y en dar todo lo que tenía sin pasar papelones. Los primeros puntos sentía que no había manera de sacar a Nicol de la T, o sea, siempre estuve viendo su espalda y como voleaba absolutamente todos mis tiros. Esto me obligaba a ser más preciso y a moverme más rápido. Pero no había caso, estaba perdiendo un punto detrás del otro y ya sentía el agotamiento físico.

Fue entonces cuando decidí demostrarle al inglesito algunas fantasías y tiros de riesgo que en el squash te pueden permitir ganar puntos fáciles. Y dió resultado. Bajé de volea unas seis o siete pelotas al nick (unión entre la pared y el piso), lo cual hace que la pelota no de pique y salga rodando. Claro está que esos tiros tienen un margen de error o acierto muy fino, pero pude inflar el pecho y salir de la cancha con un 15-7 abajo. Siete puntos contra el número 1 del mundo, nada mal.

Neil Harvey se acerca y me dice: "Muy bien Diego, buena técnica y mucha rapidez de piernas. De todos modos quiero que este segundo game ganes puntos sin tomar riesgo. No quiero que apuntes más al nick para ganar puntos, quiero que los ganes trabajando duro".

Lógicamente, el score fue paupérrimo y quedó demostrado que si no tomaba riesgos el tanteador era una gran mentira.

Esa lección quedó grabada a fuego en mí y me marcó en todas las cosas que emprendí además del squash: "Para ganar arriesgando hay que aprender a ganar trabajando duro. No se llega a ser el mejor si nuestra estrategia depende del riesgo y la suerte de cada día. Así como el músico puede improvisar porque ha alcanzado la madurez y solidez de conocimientos técnicos, en el deporte y en la vida es igual. La consistencia es lo único que te permite no solamente llegar a la cima, sino mantenerte y tener la astucia de arriesgar sólo cuando es necesario."