domingo, 3 de julio de 2011

94 años: una pinturita

Una vida dedicada al arte y sólo al placer del arte, sin la presión de convertirlo en una carrera llena de objetivos y de ansias de venta. Hasta los 83 años nunca expuso ni vendió una obra. Se trata de Ides Kihlen, quien a los 94 años arroja claridad sobre algunos temas.

-¿Cuál es el secreto para estar tan maravillosamente bien a los 94 años?
-Creo que la vida sencilla, tranquila. No conozco el estrés.

- Más allá de sus maestros, ¿se codeó con gente aficionada al arte?
-Nunca me interesó figurar, andar en ese círculo de gente. Me gusta trabajar sola, encerrarme y pintar.

-¿Su padre se adaptó a este país?
-Muchísimo. Aunque era un sueco muy sueco, le encantaba la Argentina. Gracias a él estudié arte.

-¿La alentó?
-A mi hermana y a mí nos dijo que teníamos que estudiar, que hiciéramos lo que quisiéramos, pero que estudiáramos. Mi hermana se decidió por Perito Mercantil. Yo entré en la Escuela de Arte Decorativo. ¡Que lujo que era esa escuela! Lo pasábamos muy bien. Allí hasta conocí a Walt Disney.

-¿A Walt Disney?, ¿qué hacía ahí?
-Vino al Sur para filmar algo con unos árboles [el Bosque de Arrayanes para el film Bambi]. Estuvo en la escuela. Yo tenía 17 años y él era muy buen mozo: ojos negros, un bigotito, alto, flaco, todo vestido de negro con una cintita suelta alrededor del cuello. Me acuerdo que nos saludamos. Me vio rubia y me habló en inglés.

-Claro, usted casi sueca.
-Sí, era muy rubia. ¡Y a mí me hubiera gustado tanto ser morocha! Me encantaban los morochos. Mi marido era morocho.

- ¿Murió?
-No, no, vive. No conmigo, pero vive, [ríe]. Estoy divorciada. Me divorcié a los 17 años de estar casada. Era aburridísimo.

-¿Su marido o el matrimonio?
-Todo.

-¿Y qué era lo que le molestaba de estar casada? ¿No podía pintar?
-No, tenía mucha autonomía porque él era muy liberal. Le encantaba bailar, las fiestas, la música. Al principio salíamos juntos, íbamos al Teatro Colón todos los domingos. Luego comenzó a salir solo y yo prefería quedarme pintando. Llegaba a cualquier hora y yo no decía nada. Estaba en la mía y él, en la de él.

-Perdón, pero si no vendía sus cuadros y vivía para pintar, ¿cómo se mantuvo luego de la separación?
-Ah, tenía plata. Mi pobre padre era rico. Era un gran hombre de negocios. Muy generoso y buenísimo.

-En cuanto a su obra, ¿siente que puede inscribirse en algún tipo de movimiento o escuela?
-Lo mío es amor por la pintura. Más por la pintura que por el piano, aunque estudiaba un mínimo de 7 horas por día de piano. Mis profesoras querían que diera conciertos pero eso no me gustaba.
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La nota me despertó varios interrogantes que suelen habitar este blog y que probablemente no tengan una sola respuesta:
¿Ides Kihlen pudo dedicarse al arte porque su padre era millonario o porque su padre la alentó a estudiar lo que quisiera?
¿Ides nunca sintió la necesidad de exponer sus cuadros por discreción o porque nunca necesitó tener que trabajar para cubrir sus necesidades?
¿Se divorció por aburrimiento o se casó por mandatos?
Me animo a plantear algunas conclusiones:
1. Descubrir la pasión que nos moviliza es más importante que el futuro asegurado.
2. La verdadera riqueza es tener padres que alienten las pasiones de sus hijos.
3. Los artistas deberían ser más discretos, para mi gusto abusan de vanidad.
4. Los no-artistas que se catalogan como artistas deberían ir a trabajar.
5. El casamiento es la consecución de un ritual ajeno que, en general, poco tiene que ver con los deseos reales de las personas.
6. El divorcio es la salida más lógica al aburrimiento atroz, pero para evitar la pérdida de tiempo y dinero, es mejor no casarse.



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