lunes, 15 de octubre de 2012

Siempre se vuelve a Buenos Aires

Esta es la perfecta imagen de la llegada o la partida -lo mismo da- pues uno nunca termina de saber si se está yendo de un lugar o llegando a otro. Lo cierto es que casi no estamos en ninguna parte, y esta lente nos posiciona en un "no-lugar" con Buenos Aires como única referencia.

¿Será acaso imposible dejar Buenos Aires? ¿Estaremos acaso volviendo una y otra vez aunque nunca nos hayamos ido?

En la imagen se observa mucho más que el imponente Río de la Plata, el perfil diminuto de la ciudad y el atardecer que cubre con un manto de fuego el horizonte. Este es un perfecto cuadro que nos transmite una herida existencial, la de la artista y la nuestra.

Detrás de esta cámara se oculta una enorme profundidad y sensibilidad, un vasto universo que se encuentra a miles de kilómetros de la superficie.

Aquí hay algo del orden de lo no dicho, ¿qué es lo que no se dice en esta imagen? ¿qué es lo que no se nos cuenta? ¿cual es el significado que debemos otrogarle?

Nuestro inconsciente y nuestra propia historia personal dirá si vemos paz, armonía, fuerza, distancia, ausencia, vacío, melancolía o esperanza.

Más allá de las subjetividades de cada espectador, hay aquí una verdad.

Una contundente e indiscutible verdad: la maravillosa construcción de significado que sólo puede existir entre una artista sensible y un espectador con fé poetica.

Esta foto es el tango de nuestra identidad, de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que nunca podremos ser.
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Gracias F. B.

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