lunes, 4 de mayo de 2009

Yo me quiero casar...¿y usted?

Padre: María de los Angeles Ruiz Huidobro, ¿acepta como esposo a Roberto Martín González?
Ella: Si, acepto.
Padre: Roberto Martín González, ¿acepta como esposa a María de los Angeles Ruiz Huidobro?
El: Ehhh….No, no acepto.
Padre: ¿Cómo que no acepta?
Ella: ¿Qué dijiste Roberto? ¿Cómo que no aceptás?
El: No, no acepto. ¿No fui claro acaso? Dije que no acepto.
Padre: Por favor joven, no sea papelonero y acepte a su mujer como esposa. Piense en toda esta gente que se ha acercado hasta aquí.
Ella: Si, Roberto por favor, aceptame!!!!
El: Pero ¿por qué tengo que aceptar algo que ahora me parece que no debo aceptar?
Padre: Joven, este no es un buen momento para disertaciones filosóficas.
Ella: Sí, Roberto, el padre tiene razón. Decí que si y después lo charlamos en casa.
El: Está bien, acepto padre.
Ella: Siiiiiii!!!!! Lo logré!
Padre: Los declaro formalmente marido y mujer. El novio puede besar a la novia.

Roberto la besó (con esos besos de mierda que se dan en las iglesias), la tomó de la mano y caminó con ella a través de la nave principal.
Saludó con cara de desconcierto a parientes que creía muertos y acreedores de otros tiempos.

Luego vino la fiesta, la noche de bodas, la luna de miel, la convivencia, las deudas, la cotidianeidad, los hijos, los problemas, en definitiva: el indeclinable paso del tiempo.
Roberto nunca olvida que aquel día tuvo la chance de construir otro futuro.
Ella, por su parte, siempre negó que aquello hubiera acontecido.

Luego de 25 años viven juntos, a veces felices y a veces tristes, a veces en paz y a veces en guerra.
Uno puede encontrarlos paseando de la mano en un shopping, yendo al cine un sabado a las 5 de la tarde o también tomando mate en los lagos de palermo.

Lo cierto es que ninguno de los dos habían nacido el uno para el otro.
No eran mutuamente complementarios.
No se necesitaban con deseo irrefrenable.
Pero lo cierto es que tampoco llegaban a odiarse.

Roberto podría haberse casado con Daniela (su primera novia).
María de los Angeles podría haber escogido a José Luis o quedar embarazada a los 17 años de algún amor poco cauteloso.
En definitiva, sus destinos podrían haber sido completamente diferentes.
Pero también podrían haber sido absolutamente parecidos, sólo hubieran cambiado algunas fechas y algún nombre propio.
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Comentario: Las últimas seis palabras de esta historia pertenecen al cuento "Emma Zunz" de Jorge Luis Borges. Lo que la precede, es una torpe historia que se me ocurrió para justificar esa frase implacable. Borges decía que los malos escritores escriben una hoja de más cuando no encuentran la palabra adecuada. Yo debo ser uno de ellos.

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