martes, 23 de marzo de 2010

Arpa

Martes 17.30 y la calle Florida brinda otro de sus espectáculos magistrales y gratuitos.
Un brillante ejecutor de Arpa deleita a los oficinistas apesadumbrados que intentan escapar a sus domicilios.
Perplejos, se detienen a escuchar el sonido cautivante de este particular instrumento.
Es el bálsamo perfecto para cerrar un día de problemas y dificultades.
Las cuerdas transportan a los presentes a una atmósfera de tranquilidad donde es inevitable caer en la siguiente frase:
- "Como me gustaría tocar el arpa y dejar de trabajar en esta oficina".
El intérprete callejero lo escucha y piensa para sus adentros:
-"No se preocupe amigo, tiene toda la eternidad para tocar al arpa".
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¿Cómo será el cielo de los oficinistas?
¿Y más aún, cómo será el cielo de los que tocan el arpa?
¿Estarán condenados a realizar trámites entre las nubes y reportar a Dios?

Lo cierto es que nadie escapa al arpa, ni a los trámites, ni a los jefes estúpidos.
Ya sea en la tierra o en el cielo, nos llegará nuestro momento.
No hay escape, porque no hay "afuera".

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