martes, 13 de julio de 2010

El cien existe

El niño está hecho de cien. El niño tiene cien lenguas, cien manos, cien pensamientos, cien maneras de pensar, de jugar y de hablar. Cien, siempre cien maneras de escuchar, de sorprenderse, de amar. Cien alegrías para cantar y entender. Cien mundos que descubrir, cien mundos que inventar, cien mundos que soñar. El niño tiene cien lenguas, pero se le roban noventa y nueve. La escuela y la cultura le separan la cabeza del cuerpo.

Le hablan de pensar sin manos, de actuar sin cabeza, de escuchar y no hablar, de entender sin alegria, de amar y sorprenderse sólo en Pascua y en Navidad.

Le hablan de descubrir el mundo que ya existe y de cien le roban noventa y nueve.

Le dicen que el juego y el trabajo, la realidad y la fantasía, la ciencia y la imaginación, el cielo y la tierra, la razón y el sueño son cosas que no van juntas.

Le dicen en suma que el cien no existe.
Y el niño dice, en cambio, el cien existe.

Loris Malaguzzi
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Traemos diversos talentos en nuestros genes, pero nos educan para desaprenderlos y dedicarnos a lo que no nos sale naturalmente.
El mundo nos dice lo que conviene ser para "asegurarnos el futuro".
El sueldo determina las vocaciones y los trabajos frustran las pasiones.
Casi nadie hace lo que quisiera hacer, ¿no es curioso?
Así, tenemos gente que gana poco, que no puede ahorrar, que no puede siquiera asegurarse el presente, que se aburre en su trabajo, que espera a que llegue el viernes, que sufre porque sus 14 días de vacaciones han finalizado, que espera un ascenso, que tiene que respetar a alguien por su jerarquía y que es despedido porque la empresa se va del país.
Estos simplemente son síntomas de un problema más profundo.
La gente sólo sanará cuando pueda hacer lo que le gusta.

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