martes, 20 de julio de 2010

La decadencia de la amistad

"En el barrio de Flores existió una agencia destinada a ofrecer amistad a los solitarios. Fue la celebre Proveeduría de Amigos de Ocasión. Un asunto que molestaba a los clientes era el rigor de los Amigos de Ocasión en sus horarios. Cuando vencía el plazo estipulado, se terminaba la amistad. Sin saludar, los contratados daban media vuelta y se iban, muchas veces interrumpiendo una carcajada o librándose bruscamente de un abrazo fraternal.
...la Sección Niños permitía que los padres eligieran a los amigos de sus hijos, sin correr riesgo alguno. Para ello se contaba con un numeroso plantel de chicos e incluso enanos, adiestrados en diferentes actitudes.
...asimismo existía un departamento para Damas, con un amplio surtido de chimentos. Algunos malintencionados decían que las mujeres no contrataban amigas, sino enemigas, pero ese es otro asunto.
El fracaso mas estruendoso fue el de la sección Amistades Mixtas. Vale la pena -eso si- recordar lo que dijo Manuel Mandeb a una amiga suya, tal vez alquilada en la proveeduría: “Vea. Yo puedo ser su amigo si usted quiere. No trataré de seducirla ni me pondré romántico ni le haré propuestas indecorosas. Pero sepa que yo necesito que exista un amor potencial. Me resulta indispensable que exista una posibilidad en un millón de que algo surja entre nosotros. Le aclaro que es probable que si se da esa circunstancia yo salga corriendo. Pero es únicamente en virtud de esa remotísima chance que yo estoy aquí oyendo su conversación como un imbécil.”
Los Hombres Sensibles nunca fueron buenos clientes de la agencia Amigos de Ocasión. Quizás porque sus presupuestos eran muy humildes. O a lo mejor porque les gustaba que los quisieran gratis...
Manuel Mandeb pasaba largas horas en la esquina de Artigas y Morón fumando con Jorge Allen, el poeta. Muchas veces ni se hablaban. Se contentaban con saber que el otro estaba allí.
Ya en su última etapa, la proveeduría empezó a ofrecer viejos amigos. Se preparó entonces un magnifico grupo de viejos mentirosos que ante la entrada de algún candidato de cierta edad, fingían reconocerlo y le soltaban cuatro o cinco recuerdos para ir tomando confianza. Esta sección trabajaba mucho en las cenas anuales que suelen realizar los ex-alumnos de los colegios. Su misión consistía en ir reemplazando a los fallecidos y mantener siempre firme la concurrencia. Así, en cierta reunión de egresados del Colegio Nacional Nicolás Avellaneda, promoción 1921, se dio el curioso caso de que ninguno de los asistentes había pisado jamás ese establecimiento, lo que no les impidió evocar a profesores, reírse de pasadas travesuras y brindar por encuentros futuros.
Hoy cuando ya no existe la Agencia Amigos de Ocasión, vale la pena preguntarse si no será necesario inventar algo para reemplazarla. Será difícil, desde luego. Nadie podrá rescatar a los amigos perdidos. Poco podrá hacerse para librarnos de los desconocidos que llenan nuestro tiempo. En todo caso, cada uno de nosotros deberá cuidar lo poco que tenga sin componer canciones ni escribir poemas. Se trata únicamente de sentarse un rato en la vereda o de matear en silencio con los que están más cerca de nuestro espíritu.

Si uno no tiene ya a los de antes, cabe decir que tal vez existen en el mundo amigos viejos a los que todavía no conocemos. Yo mismo, las otras noches resolví salir de mi encierro y lleno de ilusiones me encamine a cierta esquina que conozco. Tenia ganas de fumar en silencio junto a tres o cuatro sujetos que se estacionan en ese lugar. Pensaba además cosechar algún guiño amistoso después de estos años en que estuve tan ocupado. Pero algo raro debe haber sucedido, porque no había nadie".
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Extraído y adaptado de "Crónicas del Angel Gris" de Alejandro Dolina.




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