miércoles, 26 de enero de 2011

Problemas

¿Por qué nos pasamos la vida resolviendo problemas? ¿Por qué la situaciones a resolver ya parten de una definición negativa como la de "problema"? ¿Por qué hay que llegar a un resultado todo el tiempo? ¿Por qué luego de llegar al resultado siguen los problemas ad infinitum?

Fuimos educados para resolver problemas. Nos plantean el enunciado y nos dan un tiempo determinado para resolverlo. Esto comienza en el jardín, se replica en toda la educación primaria y secundaria, la universidad se asegura de que podamos "resolver problemas" y los MBA nos dan una capacidad extraterrestre para la resolución de los mismos.
Docentes, jefes y clientes levantan pulgares o nos envían a los leones si el problema no se resuelve. Somos resolvedores de problemas, simples o complejos, propios o ajenos.
Problemas al fin.

La concepción de que estamos aquí solamente para resolver problemas, nos hace transitar la vida con una sensación negativa, frustrante, limitante. Hay un resultado: se alcanza o no se alcanza. El mercado laboral busca gente "orientada a resultados", pero creo que es una habilidad (o competencia) que debe caer en desuso. Considero que la "orientación a la pasión" es diez mil veces más poderosa que la orientación a resultados. Es pasar de una visión mecanicista a una visión profundamente humana. La pasión activa la motivación de forma intrínseca, en cambio un objetivo de ventas anual proviene del exterior y no tiene la misma fuerza que la pasión.

Somos algo más que resolvedores de problemas.
Los problemas, en realidad, no existen.
Lo único que existe es una desesperante necesidad por "resolver" y "solucionar".
Y ese es nuestro peor problema.

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