miércoles, 23 de febrero de 2011

Nada queda

Ya no queda palabra, ni oración, ni metáfora, ni rima
que venga en auxilio de este afán desmesurado
por encontrar un motivo singular, una lógica inefable
al complejo (des) amor, sus abismos y sus mares.

Inquietudes de la mente son certezas de un sentir,
que ahonda sus raíces en mis tierras ya resecas
de añorar tus gotas que nunca llegan, y que al llegar
no consiguen aliviar el yermo contenido de mi ser.

Ya no queda número, ni fórmula, ni religión, ni melodía
que puedan salvarme del vacío de tu ausencia,
que es un vuelo sin alas, sobre una ciudad que grita
tu nombre con las letras de mi nombre.

Retorno del latido monocorde a un corazón,
ya cansado de esperar esa otra pulsación, la tuya,
la que venga a revivirme de esta muerte aletargada
y me permita, finalmente, amar una certeza.

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