sábado, 19 de noviembre de 2011

Cárcel

Si dañas la cárcel, dañas al cautivo.
Si sacas al prisionero, también traes al guardia consigo.
Si tocas al secuestrador, pones en peligro la víctima.

Cada ser humano vive en una prisión.
La prisión es él mismo; y él es también su propio guardián.

Ya que el carcelero es el propio prisionero y la prisión, no resulta sorprendente que haya tan pocas fugas, y que los rescates resulten tan raros.

Idries Shah

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