domingo, 11 de noviembre de 2012

Promesas Incumplidas


¿Por qué me pongo tan triste cuando pienso en aquellos días? ¿Será que añoro la felicidad pasada? ¿O será por lo que descubrí más tarde, por la sombra que ese descubrimiento tardío arroja sobre aquellos días del pasado?
 
¿Por qué? ¿Por qué lo que fue hermoso, cuando miramos atrás, se nos vuelve quebradizo al saber que ocultaba verdades amargas? ¿Por qué se oscurece el recuerdo de unos años felices de matrimonio cuando nos enteramos de que el otro tuvo un amante durante todo ese tiempo?
 
¿Acaso porque en semejante situación no se puede ser feliz? Y, sin embargo, ¡éramos felices!
 
A veces un final doloroso hace que el recuerdo traicione la felicidad pasada. A lo mejor es que la única felicidad verdadera es la que dura siempre. Porque sólo puede tener un final doloroso lo que ya era doloroso de por sí, aunque no fuéramos conscientes de ello, aunque lo ignorásemos.
 
Pero un dolor inconsciente e ignorado ¿es dolor?
 
¿Será eso lo que me entristece? ¿El celo y la fe que me colmaban en aquella época, mi empeño en arrancarle a la vida una promesa que de ningún modo podía cumplir?
 
A veces veo en las caras de los niños y los adolescentes el mismo celo y la misma fe, y los veo con la misma tristeza con que recuerdo los míos. Esa tristeza, ¿no será la tristeza pura? ¿Es eso lo que nos sobreviene cuando, al mirar atrás, los recuerdos hermosos se nos vuelven quebradizos, al ver que aquella felicidad no se alimentaba sólo de la situación del momento, sino de una promesa que no se cumplió?
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Bernhard Schlink - "El Lector"

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