sábado, 17 de octubre de 2009

El eslabón perdido


Se introducen cinco monos en el interior de una jaula. Se les muestra un plátano. Cada vez que un mono intenta tomarlo, la jaula da una descarga eléctrica.
Al cabo de un tiempo, todos los monos dejan de intentar tomarlo.

Se les cambia de jaula por una que ya no daba descargas.
Se les muestra nuevamente el plátano y ninguno se anima a tomarlo.
Pasado un tiempo, se cambia a uno de los monos iniciales del experimento por otro.
En cuanto ve el plátano se apresura para intentar tomarlo, pero el resto de los monos lo hace desistir a base de golpes y mordiscos.
Se cambia a otro mono y al igual que el anterior, cuando ve el plátano intenta tomarlo, pero todos los monos, incluido el que no había recibido descargas se lo impide a golpes.
Uno a uno fueron sustituidos los cinco monos iniciales, y al final del experimento, aunque les enseñaran un plátano, ninguno de los monos intentaba tomarlo, aunque no supieran el motivo para no hacerlo.

El entorno casi siempre actúa de manera coercitiva para impedir que consigamos nuestros deseos.
Una sola descarga eléctrica es capaz de generar un mito sin explicación.
Los miedos que vamos adquiriendo a lo largo de la vida no nos pertenecen.
Nuestras conductas, en muchos casos, están ancladas a la paranoia de grupo.

A pesar de que los escenarios cambian, todo nos lleva a dejar de intentar.
Nos convertimose en autómatas.
Copiamos conductas en base a miedos o golpes.
Y guay de aquel que se le ocurra hacer lo que nosotros no pudimos.

Los antropólogos ya pueden estar convencidos de que el eslabón perdido entre el mono y el hombre, somos nosotros.

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