domingo, 21 de febrero de 2010

Simplemente Ser

"Apenas entré en la habitación, me dí cuenta de que ése no iba a ser un encuentro terapéutico más. El motivo fundamental de mi consulta giraba en torno a mi deseo de establecer una relación y también albergaba la expectativa secreta de que pudiera ayudarme a sanar mi baja autoestima. Tras un breve saludo, Ram Dass clavó sus ojos en mí; parecía lleno de amor pero, al mismo tiempo, indiferencia. No respondió a ninguna de mis sonrisas, movimientos de cabeza o muecas, ni hizo tampoco el menor asomo de implicarse en ellos. Simplemente estaba ahí, contemplando, mirándome con una firmeza e intensidad que yo no podía comprender. Me quedé perplejo y comprendí que no podía hacer gran cosa. Entonces traté de explicarle lo que quería de él, un comentario inspirador, un consejo, algo que me hiciera sentir mejor y pudiera ayudarme a encontrar novia, pero mis palabras no parecieron conmoverle y siguió moviendo lentamente su cabeza y emitiendo de tanto en tanto un sonido suave que sonaba como: “Ahhhh”.

Después de haberle comentado todo lo que pensaba, me sumergí en un incómodo silencio en el que se arremolinaban las imágenes, los recuerdos, los pensamientos y las ansiedades. El enojo, la turbación y la vergüenza daban vueltas de continuo en mi cabeza; había entrado en el reino del inconsciente freudiano, pero eso tampoco pareció interesar a Ram Dass.
 
Por fin, desesperado e incapaz ya de pensar en nada, comencé a devolverle la mirada y, en ese mismo instante, entré en un espacio que se encuentra más allá de las palabras y que me permitió conectar con él y reconocerle. Entonces fue cuando comprendí súbitamente la respuesta a mi pregunta. Ram Dass no estaba haciendo nada, sólo estaba siendo y, por ello, todos mis esfuerzos por comprender lo que estaba haciendo resultaban infructuosos. Mientras yo estaba experimentando todo tipo de movimientos interiores, Ram Dass simplemente era. Y, aunque yo sentía el impulso de hacer algo, no lo hacía sino que estaba permitiéndome ser, una experiencia que me llevó al descubrimiento de que podíamos ser juntos.

Al cabo de varios minutos, Ram Dass rompió el silencio y dijo:
-“¿Estás ahí?” – Y luego agregó, señalando hacia sí mismo: “Yo estoy aquí”.
 
Mientras permanecí frente a Ram Dass me di cuenta de lo contraída que se hallaba mi personalidad cotidiana, de la ansiedad que solía experimentar cuando trataba de agradar a los demás y de lo inseguro que me sentía. También pude darme cuenta de que la contracción me hacía sentir vacío, irreal e incompleto, porque, de hecho, sólo estaba identificado con un pequeño fragmento de todo mi ser. Sólo soltándome, por una parte, y abriéndome, por la otra, pude tornarme más real a la vez que menos conocido para mí mismo.

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Extraído del libro "Contra el Yo" del psiquiatra Mark Epstein.

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