domingo, 7 de febrero de 2010

Sandro

-Roberto, supongamos una larga mesa. Falta tu discurso. ( Se pone de pie demostrando su erudición alcohólica. Se sube a un escalón, infla su pecho)
-Damas y caballeros, los he reunido en este precioso día para decirles: ¿Ven esa lanza que adorna la pared? De la lanza quiero ser la punta y no el mango. Y con la punta quiero romper la lona de nuestra carpa, para que entre el sol... Y algo más: allí hay una pala. Amigos, ¿quieren saber qué hago con ella? Si con la pala le doy pa´lante, voy a hacer un surco... Si me quedo donde estoy, haré una tumba, la mía. Nada más. ¡Y salud!
-Sos un caso. Tus amores han permanecido herméticos.
-Respeto a quienes me rodean. ¿Quién soy para exponerlos? Así, anónimos, pueden ir a un negocio, pelear un precio.
 -¿Y tus resurreciones?
-Simple: gané. No se puede vivir con miedo, viejo. Ahí te das cuenta lo que puede ser la mente. Uno es el peligroso. ¡Guarda con uno!
-¿Cómo es vivir siendo un ídolo?
-Hay que tener mucho respeto para no creer que por ser ídolo sos impune. Cada palabra, cada gesto, tiene que ser un modelo. Ojo con la ligereza.
-Sánchez ¿tiene sus ídolos?
-Para nombrar a uno digo Vicente. Andá y preguntale a Héctor Larrea... Yo tengo una deuda grande con él. Cuando murió mi viejo me prestó la guita para el velatorio. Se la devolví. Pero un favor no se devuelve nunca. Honorabilidad. Esta palabra desapareció hasta de las historietas, carajo.
-Sandro, rara mezcla de rey y de atorrante.
-Mirá, lo que me dijo una mina, princesa italiana: "Vos usás el jean como si fuera un esmoquin y el esmoquin como si fuera un jean." Viejo, el gran secreto es no comprarse lo que uno vende. Ahí perdiste. Confundiste ficción y realidad.
-Me dijiste en 1980: "Soy un ser normal con posibilidades anormales".
-Soy un privilegiado por el Señor. Innegable. Mis posibilidades de vivenciar cosas es anormal. ¿O no? Estoy en el escenario y allí hay tres mil mujeres gritando. Un tipo tiene que laburar meses para que una mina le dé bola. Lo anormal para mí es normal.
-Peligrosa normalidad.
-Muuuy peligrosa. No tenés que creer que sos el rey de la montaña. Te tocó ésa. Y punto. Y nada sacrificada. A los 17 en una noche ganaba lo que me viejo en un mes. Y me gritaban ¡papito!
-Ya a tus 30 me decías: "Tener muchas mujeres es fácil; mantener una es lo difícil". Van Gogh opinaba igual.
-Sí que es difícil tener una sola mujer, je. Ah, mi amigo, estando con la misma mujer hay que jugársela cada día con un nuevo libreto para seguir manteniendo la sorpresa. -Humor y amor comparten varias letras.
-Siempre digo que un gran amor se consigue con buen humor, pero un gran amor se destruye por mal humor.
-Te dabas tiempo para hacer macanas.
-Yo era una ametralladora. En el barrio me decían terapia intensiva, porque ni mi familia me podía ver.
-¿Cómo carajo hiciste para que la idolatría no te comiera por las patas?
-A vos te consta: siempre nombro a Vicente y a Nina. Aparte, ésto yo me lo aclaré a los 31. Caía el sol, sentado arriba del portón de mi casa, veía los garajes con mis autos, la casa espectacular. Y tomando un whisky me dije: bueno, ¿así que sos un ídolo? Roberto, ¿y ahora qué? Y ahí tuve mi verdadero bautismo. ¿Así que esto es el éxito? Empecé a indagar: psicología, parapsicología. Buscaba razones. ¿Por qué Dios me señaló, si yo estaba en la cuarta fila? ¿Por qué me dijo vos negrito serás Sandro? ¿A mí me señala, Padre? "Sí, a vos." Y me dio todo esto. Y a cambio, bueno... me saca el aire. Je, ya ves, ¡la vida! ¿Cómo era tu versito?
-La vida, no hay caso, no podemos vivir sin ella... Y ella, la vida, ¿podría vivir sin nosotros?
-Tanto da y tanto quita, esa irresistible señora.
-¿Has domado tus miedos?
-Nooo, qué voy a domar. Te lo confieso: estoy lleno de miedos, Rodolfo. Uno de los miedos más fuertes es ver si me despierto al otro día, ¿comprendés? Entro al sueño pensando eso: ¿me despertaré mañana?... Es triste. Viejo, así la vida, ¿es vida?
-¿Es?
-Es. Hace como diez años te dije algo que ahora te repito: Vea, Padre, yo puedo perder la vida pero a la vida no me la pierdo.
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Edición de la última entrevista de Rodolfo Bracelli a Sandro. Y Sandro no se perdió la vida, la vivió como se debe vivir. Mientras los medios nos desbordan con "artistas" mediocres, millonarios y  soberbios; Sandro da una clase de humildad, claridad de conceptos, criterio, poesía, inteligencia, humor y ética. Imperdible la nota en La Nación Revista de hoy.


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