
Desde hace algunas semanas estamos jugando un campeonato de fútbol en el Colegio que nos vió crecer a mi y a mis amigos: el Colegio Don Bosco. Todos los años se organiza este torneo exlusivamente para los ex alumnos, utilizando el patio principal (piso de baldosa y de dimensiones generosas) y con un alto nivel de profesionalismo en las vestimentas (todos los equipos con camisetas y referee vestido para la ocasión).
Ayer nos tocaba jugar y pude llegar un rato antes. Aproveché entonces para pasear por esas instalaciones que me vieron crecer, correr, divertirme y soñar. Sentí lo que se siente cuando uno se reencuentra con esos lugares que parecieran guardar un secreto personal.
Secreto que encierra el misterio del paso del tiempo y la ausencia.
De haber estado y ya no estar.
Recorriendo los pasillos me vi en varios rincones junto a mis amigos, formando fila, gritando desaforadamente o pateando una pelota de trapo.
Pensé -con cierta incredulidad- que doce años de mi vida habían quedado allí y me habían marcado para siempre.
Yo soy en gran parte ese Colegio, su gente, sus valores y su identidad.
Ayer nos tocaba jugar y pude llegar un rato antes. Aproveché entonces para pasear por esas instalaciones que me vieron crecer, correr, divertirme y soñar. Sentí lo que se siente cuando uno se reencuentra con esos lugares que parecieran guardar un secreto personal.
Secreto que encierra el misterio del paso del tiempo y la ausencia.
De haber estado y ya no estar.
Recorriendo los pasillos me vi en varios rincones junto a mis amigos, formando fila, gritando desaforadamente o pateando una pelota de trapo.
Pensé -con cierta incredulidad- que doce años de mi vida habían quedado allí y me habían marcado para siempre.
Yo soy en gran parte ese Colegio, su gente, sus valores y su identidad.
Empatamos 4 a 4, salimos todos juntos (como hace 15 años atrás) y fuimos al quiosco a tomar algo. Allí nos percatamos, sin gestos ni palabras, que el tiempo había pasado y la realidad nos había impuesto sus crueles condiciones.
Sin embargo, no pareció importarnos, porque estábamos más unidos que nunca.
Qué lindo Die!!! Que importante es la infancia para el ser humano, no?
ResponderEliminarSin dudas, nos marca para siempre.
Qué linda oportunidad de volver y respirar ese aire del pasado, junto a lazos atemporales, con recuerdos y nostalgias dulces...
ResponderEliminarCuando empecé a estudiar el profesorado, soñaba con volver a pertencer a mi escuela, desde otra lugar, pero estar ahí, ser parte de ella, otra vez... Hay añoranzas que parece, nos hacen muy bien, no?
Muy lindo!
Saludos! :)
Diego, me hiciste emocionar!
ResponderEliminarEs verdad, cada paso dado en ese patio tiene un pasado enorme y haber vuelto con la excusa del campeonato y vernos a todos juntos realmente mueve esas fibras más intimas.
Cesar!! Gracias por darte una vuelta y por dejar tu comentario. Me alegra que estas palabras ye hayan llegado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Diego