sábado, 5 de diciembre de 2009

Sentido

Vivimos tratando de dar respuestas a interrogantes paradójicos, a situaciones inmanejables, a conflictos que no tienen solución. El resultado no sólo es que no encontramos respuestas, sino que además padecemos, sufrimos, nos angustiamos.

El modelo cultural y educativo nos ha educado para buscar respuestas, cuando en realidad se trata de reformular preguntas. En vez de caer en: “¿Por qué tuvo que sucederme esto a mí?”, deberíamos preguntarnos “¿Qué puedo hacer yo en la situación en que me encuentro?”

Epicteto decía que nosotros no podemos cambiar las situaciones que no dependen de nosotros. Pero ahí estamos, haciendo fuerza para que el cosmos nos haga un guiño por todo el esfuerzo realizado. Pero es un esfuerzo en vano, porque nuestro accionar es limitado sobre el universo y sus leyes.

El secreto tal vez esté en dejar de buscar la felicidad, porque la felicidad no se encuentra buscando. La felicidad está en las cosas que nos pasan, los hechos que suceden y las personas que nos acompañan. La felicidad en sí no existe en ningún lugar.

La felicidad generalmente nos visita cuando nos olvidamos de buscarla y nos focalizamos en comprender cual es nuestro sentido en esta vida. Qué cosas son las que nos movilizan internamente, las que disfrutamos hacer, las que liberan nuestro potencial. Cuando logramos descubrir ese sentido y hacerlo real, entonces la felicidad nos aborda.

La gente habla en potencial, pero vive en acto. “Podría haber sido un gran jugador de fútbol”, “Podría haber formado una pareja mucho más profunda y real”, “Podría haber seguido Ingeniería”, “Podría haberme dedicado a la pintura”, etc.

La vida feliz se trata de "actualizar" las "potencialidades". Si no actualizamos nuestras potencialidades, nos transformamos en objetos portadores de potencialidad…pero frustrada.


No hay otro camino posible que el de liberar el potencial y hallar nuestro verdadero sentido.
El resto, es mentira.

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