miércoles, 2 de marzo de 2011

Umbral del dolor

En cualquier deporte de alto rendimiento existe el concepto de umbral del dolor. Esto significa, el límite de dolor y agotamiento que un deportista puede soportar en una sesión de entrenamiento o en competencia.
Después de competir profesionalmente durante más de 10 años a nivel internacional, mi cuerpo se ha acostumbrado al dolor. No sólo al dolor físico, sino también mental y espiritual.
Físico porque el cuerpo es una máquina que alcanza fronteras insondables, uno no tiene la menor idea de lo que es capaz de soportar con tal de lograr un objetivo.
Mental porque al otro día no te podés mover, te duele todo el cuerpo, desde los pies a la cabeza, absolutamente todo.
Espiritual porque necesariamente tenés que hacerte duro y tener la mirada del tigre, como le dice Apolo Creed a Rocky Balboa en Rocky III. Cuando perdés la mirada del tigre, estás listo.
Y todo esto aplica no sólo al deporte profesional, sino a la vida.

Te hacés impermeable, invulnerable, sólido, duro, insensible, egoísta, aislado, individualista. Sos vos o tu rival, para sentimentalismos mejor dedicarse a la poesía.
No importa si estás exhausto, tu cara no puede transmitirlo.
No importa si no te entra una gota de aire, tus piernas se tienen que seguir moviendo.
No importa si estás perdiendo, existe un momento del partido donde la victoria es posible.
No se juega contra nombres, se juega contra hombres.

Y no es una cuestión de desorden psicológico, pues cuanto más exigimos nuestro cuerpo más endorfinas liberamos. Esas endorfinas son las responsables de darnos una sensación de placer general. Por tal motivo, alcanzar el umbral del dolor tiene algo placentero. Es una sensación fisiológica.

Creo que la vida verdadera se juega en ese filo, en ese borde, en ese umbral.
Y es un dolor placentero.

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