martes, 9 de junio de 2009

Erudición Primaria

Todos recordamos a aquel compañero de colegio que nunca podía sacarse menos de diez. Durante mi educación primaria y secundaria en el entrañable Colegio Don Bosco, ese ser se apellidaba Rojo.
Todos los años el colegio realizaba una competencia de eruditos estudiantes sobre la vida de San Juan Bosco, nuestro padre fundador. La misma consistía en memorizar las respuestas de 100 preguntas que podían tocarte al azar. El premio era una medalla o algo parecido.
¿Quién nos representaba allí?
Rojo, el hombre con apellido colorido, quien curiosamente era un buen jugador de fútbol.
Generalmente aquellos que se dedicaban a la memorización de datos inútiles no poseen habilidades notorias en los deportes. Pero el "Toto" Rojo era una excepción.
Con los años de adoctrinamiento escolar, uno llega a creer que los mejores alumnos son quienes sacan las mejores notas. Y convengamos que todo el sistema educacional coopera para desarrollar esa falsa noción en los chicos.
Pasaron los años, varios años. En un asado de ex-alumnos (hace ya unos 3 o 4 años), apareció Rojo. Todos subyugados por la imagen de un hombre casi calvo y encorvado, nos preguntábamos que fue de la vida de aquel ilustre estudiante que tanta diferencia marcaba con el resto.
-"Trabajo en el Correo" contestó el genio.
-"Ah bien, estás en un puesto Gerencial o de Jefatura me imagino, no?" repliqué.
- "No. Soy cartero" sentenció.
Allí estaba el hombre 10, el Bo Derek masculino, el campeón de la causa estudiantil: repartiendo cartas. Las notas no pudieron ayudarlo en la consecución de un mejor destino.
¿Quién falló?
¿Rojo, el sistema educativo, el destino, las oportunidades no aprovechadas?
No lo sé.
No pretendo desmerecer la tarea del cartero, pero si comprender el desfasaje de ese ideal con la cruda realidad.
La única conclusión a la que he llegado es que las notas son mentira, incluidas las que yo he obtenido.
Lo único verdadero es lo que uno puede hacer con lo que tiene para dar y dentro de las posibilidades del destino.
Rojo tenía todas las respuestas, pero terminó el colegio y le cambiaron todas las preguntas.

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