viernes, 19 de junio de 2009

Shhh Silencio


Para hablar del silencio uno debería empezar por callarse, pero esa es una de las tantas imposibilidades del lenguaje que señalara Wittgenstein.

Hacer silencio no sólo es callar. Hacer silencio es aprender a escucharse. Al silenciar el monólogo externo, se inicia el diálogo interno. Y allí comienza el ejercicio de reconocer nuestros deseos no cumplidos, nuestros anhelos, nuestras frustraciones autoimpuestas, nuestros miedos.


Cuanto más hablamos, más nos alejamos de la esencia que nos hace únicos. ¿Cómo puedo ser feliz si lo único que hago es hablar para tapar quien soy? ¿Cómo puedo aspirar a la completud si ni siquiera me escucho a mi mismo? ¿Cómo puedo ser libre si soy preso de palabras que no dicen lo que quiero decir?
Nadie realmente logra saber quien es, pero se puede saber quienes no somos. Callando es como se aprende a oír lo que está dentro. Oyendo lo que está dentro es como se aprende a decir lo que queremos. Diciendo lo que queremos es como se aprende a experimentar la felicidad. Y al ser felices, volvemos a callar para seguir oyendo.

Hay alguien dentro nuestro que quiere hablarnos. Alguien que conocemos hace mucho tiempo. Su voz está oprimida por el miedo y la culpa.

Escuchemos esa voz. Encierra nuestra verdad.


2 comentarios:

  1. Soy una persona de grandes silencios. Y esto no es una cualidad que los demás exalten en mí, jaja, más bien me condena.

    Pero me gustó este silencio sabio, descubridor, con sentido.
    Me gusta escucharme, y es la forma en la que puedo encontrar paz.
    Tal como enunciás, tengo tantas experiencias de mensajes fallidos, erróneos. Me cuesta tanto decir así como pienso... ser "presa de" esto, me hizo cuestionar, hasta qué punto a los demás les pasa lo mismo, hasta cuendo desconozco de los demás...

    En fin... me encantó leer esto. Y me gusta pensar que cuando escribo, también lo hago en silencio, y que la traducción de mis pensamientos a letras escritas, es más leal, que las letras de la voz...

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  2. Que hermoso comentario Gisela. Lo aprecio con la profundida que solo tiene el silencio. Muchas gracias
    Diego

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