martes, 7 de abril de 2009

Cuento casi sufí

"Recogí a un vagabundo en la carretera. Me arrepentí enseguida. Sus harapos ensuciaron la tapicería de mi coche. Pero Dios premió mi acto de caridad y convirtió al vagabundo en una bella princesa. Ella y yo pasamos la noche en un motel. Al amanecer me desperté en brazos del maloliente vagabundo. Y comprendí que Dios nos premia con los sueños y nos castiga con la realidad." (Gonzalo Suárez)

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